Una conversación con el pintor Plácido Merino

Plácido es una de las 30 promesas en la pintura contemporánea mexicana según la Secretaría de Cultura. Con ya más de 15 años de carrera sobre los lienzos se ha convertido en un referente del retrato y la figura humana modernos. “Sombras”, su más reciente proyecto, ha sido alabado por la prensa internacional y aquí comparte con nosotros lo más importante en su vida: la pasión por el arte.

Tu llegada a la pintura…

Mi abuelo era coleccionista y siempre cerca de él había arte, Así me fui acercando a ella desde pequeño. Sobre todo con la música y el teatro. Iba todos los fines de semana a los conciertos en la Sala Nezahualcóyotl o a ver alguna puesta en escena. Esa era la rutina.

Como tal la pintura, pues, fue porque de niño siempre me regalaban acuarelas y las odiaba porque mojaban el papel ¡Y me desesperaba! Alrededor de los 14 o 15 yo decidí que quería pintar y pinté cuadros, dibujé y expuse una que otra vez. Era mi hobbie simplemente. Por la diversión de hacerlo.

Al elegir carrera pues yo sabía que quería estudiar Bellas Artes, hice el examen en La Esmeralda, a la cual no pude entrar porque me dijeron que no tenía ‘el perfil de artista’ y me frustré porque no había muchas opciones para eso.

Desde luego, yo quería seguir por el camino del arte y la única carrera en la que podía estar relacionado con el arte era arquitectura, además de que da prestigio ser arquitecto, ¿no? Opté por eso con la idea de, que al año siguiente, seguir intentando estudiar Bellas Artes.

Estando el carrera, uno de mis maestros (quien también estudió arquitectura por no poder ser pintor) me invitó a sus talleres de pintura semanales. Y me sentí feliz de ir a pintar con profesionales de la pintura, gente mayor que llevaba años pintando. Hoy sigo yendo a pintar. Es en realidad donde aprendí sobre el oficio.

¿Qué pasó después? Ya siendo pintor de oficio

Busco una beca y me voy a Buenos Aires, Argentina. Expuse en el Centro de Investigaciones Estéticas de la Casa Rosada, en el Museo de Arte de Buenos Aires, Después me fui a exponer a Bulgaria y a Escocia y comencé a vender. Me sorprendió que allá apreciaran mi arte más que aquí

Seguía estudiando arquitectura y trabajaba como oficinista pero nunca dejé de pintar. Ahora sí , pese a que dije que no, agarré la acuarela como técnica pues mis maestros eran grandes acuarelistas. Pintaba a diario, mucho más horas de las que le dedicaba a la oficina y fue cuando decidí que esta sería mi vida: pintar. Renuncié a mi oficina y desde hoy lo único que hago es pintar.

Entonces sí se puede vivir del arte…qué le dirías a quienes no creen en esto

Por supuesto que se puede vivir muy bien del arte. Les diría que dejen todo por dedicarse a lo que les gusta y no solo le digo esto a quienes quieran ser artistas sino a todos. Sea lo que quieran ser en la vida que lo hagan pero que lo hagan bien y de a de veras. También el gran secreto es trabajar a diario y muchas horas en eso que te gusta para ser el mejor.

Para pintar se necesita, ¿más talento o más técnica?

Depende de la persona pero creo que la clave es el oficio, el trabajo diario es la clave. Hay gente talentosa que puede estar en la calle pero la gente que tiene disciplina supera al del talento. Aunque estés lleno de talento sino trabajas no serviría de nada.

¿En qué momento del proceso de pintar entran las emociones?

Me cuesta trabajo explicarlo o racionalizarlo. En esta última investigación pictórica estoy haciendo eso, cuando el objeto se hace sujeto. Y ahí puedo decir que entra la emoción. Mis modelos ya no están estáticas, para mí son personas con sentimientos y que explotan aquí frente a mí y mi lienzo. La gente suele decir: “¡Plácido es un pintor emocional!” Y yo me sorprendo. A mí me apasiona ver mi obra y en eso hay emoción. Yo digo que cuando pinto intento controlarlo todo, pero desde luego hay cosas que se escapan.

Pero sí busco que quien la vea mis cuadros reaccione. Como sea, pero que reaccione y se impacte. Pero cuando pinto yo puedo decirte que no hay una emoción consciente pues pinto bajo control casi absoluto.

¿Y tú para qué pintas?

Odio pintar. No es placentero el proceso, el resultado sí. Cuando pinto sufro y no me conecto con mis emociones. Me harta, me desespera, pero no puedo dejar de hacerlo. Es una adicción. Una relación súper dolorosa y masoquista. Quizá pinto para justo relacionarme con otras cosas que no están en el mundo de fuera.

También hoy pinto para mis modelos, pues logro una relación intensa con ellas. En esta serie, cada cuadro es particular pues pinto para una modelo específica. Cuando ella vea el cuadro debe ver su interior y sentirse conectada con él. Si nadie más – incluído yo- no se identifica con el cuadro, no me importa.

Claro que mis motivos para pintar han cambiado a lo largo del tiempo. Antes pintaba para demostrar que podía vivir de mis cuadros, luego para ganar concursos, por ego…no sé…siempre cambian.

Háblanos de tu más reciente proyecto: “Sombras”

Pues como contaba, la base son las modelos, y quiero proyectar lo que tienen dentro. Nuestras sesiones de pintura son largas pues hay que platicar de todo, su vida, sus sentimientos, cosas muy fuertes que hasta debo tratarlas con mi terapeuta. Esto lo hago por ellas, para sanarlas si es posible y sanarme a mí ,desde luego. Sanarme de cosas que quizá no sabía que debía curarme. Es un proyecto fantástico. Les estoy inmensamente agradecido a todas las que han participado pues creyeron en mí y se abrieron por completo. Eso no tiene precio.

Puedes conocer más sobre su obra en su Facebook y página de internet placidomerino.com