Mamíferos acuáticos forman sociedades casi humanas

Cuántas veces el ser humano tiene que bajar de su pedestal como cúspide de la creación. Lo que creemos único y exclusivo a nuestra especie es a menudo compartido por otras también de gran capacidad cognitiva. Es lo que ha pasado con los grandes simios, capaces de bromear y engañar, entristecerse por la muerte de un amigo o mantener una cultura propia, lo que diferencia a un grupo de otro en el uso de las herramientas para, por ejemplo, conseguir comida. Pues algo muy similar ocurre con otros animales también de gran inteligencia: los cetáceos.

Una investigación llevada a cabo con datos sobre 90 especies diferentes de delfines, ballenas y marsopas ha relacionado el tamaño de sus cerebros con la complejidad de su comportamiento. Y ha encontrado «pruebas abrumadoras» de que, en efecto, estos mamíferos marinos tienen rasgos de comportamiento social y cooperativo sofisticados, similares a muchos de los que presumimos las sociedades humanas. Por ejemplo, viven en grupos cuyos miembros mantienen relaciones complejas y estrechas, hablan entre sí e incluso tienen dialectos regionales.

La investigación, publicada en la revista Nature Ecology & Evolution, demuestra que estas características sociales y culturales están relacionadas con el tamaño del cerebro y la expansión cerebral, también conocida como encefalización. La larga lista de similitudes conductuales incluye muchos rasgos compartidos con humanos y otros primates, como las relaciones complejas de alianza -trabajar juntos para beneficio mutuo-, o la transferencia social de técnicas de caza; es decir, enseñar a cazar y usar herramientas. Igualmente, destacan la caza cooperativa, las vocalizaciones complejas, incluidos los dialectos grupales regionales («hablan» entre ellos), la mímica vocal y los silbidos característicos para llamar a individuos específicos, como si se llamaran por su nombre.

Además, estos animales son capaces de cooperar con los seres humanos y otras especies, cuidar a las crías que no son suyas y disfrutar del juego social. «Como humanos, nuestra capacidad para interactuar y cultivar relaciones sociales nos ha permitido colonizar casi todos los ecosistemas y ambientes del planeta. Sabemos que las ballenas y los delfines tienen cerebros excepcionalmente grandes y anatómicamente sofisticados y, por lo tanto, han creado una cultura marina similar», asegura Susanne Shultz, bióloga evolutiva en la Escuela de Ciencias de la Tierra y Medioambientales de la británica Universidad de Manchester.

«Eso significa que la aparente coevolución de los cerebros, la estructura social y la riqueza conductual de los mamíferos marinos proporciona un único y sorprendente paralelismo con los grandes cerebros y la hipersocialidad de los humanos y otros primates en la tierra. Desafortunadamente, nunca imitarán nuestras grandes metrópolis y tecnologías porque no evolucionaron con pulgares oponibles», señala Shultz.

El equipo utilizó el conjunto de datos para probar la hipótesis del cerebro social y la del cerebro cultural. Ambas son teorías evolutivas desarrolladas originalmente para explicar los grandes cerebros en primates y mamíferos terrestres. De esta forma, los científicos que están de acuerdo con las mismas (también exiten los detractores) argumentan que los cerebros grandes son una respuesta evolutiva a entornos sociales complejos y ricos en información. Esta es la primera vez que estas hipótesis se han aplicado a los mamíferos marinos «inteligentes» en una escala tan grande.

Según Michael Muthukrishna, profesor en la London School of Economics and Political Science (LSE), la investigación «no trata solo de observar la inteligencia de las ballenas y los delfines, sino también sus importantes ramificaciones antropológicas. Para avanzar hacia una teoría más general del comportamiento humano, necesitamos entender qué hace que los humanos sean tan diferentes de otros animales. Y para hacer esto, necesitamos un grupo de control. Comparados con los primates, los cetáceos son un grupo de control más ‘extraño’».

Por su parte, Kieran Fox, neurocientífico de la Universidad de Stanford (EE.UU.), sostiene que los cetáceos tienen muchos comportamientos sociales complejos que son «similares a los humanos y otros primates». Sin embargo, «tienen estructuras cerebrales diferentes de las nuestras, lo que llevó a algunos investigadores a argumentar que las ballenas y los delfines no podían lograr mayores habilidades cognitivas y sociales. Creo que nuestra investigación muestra que esto claramente no es el caso», argumenta Fox. A su juicio, la gran pregunta que surge del estudio es cómo patrones de estructura cerebral tan diferentes en especies también muy diferentes dan lugar a «comportamientos cognitivos y sociales tan similares».

(Con información de ABC)