Arranca FIL con entrega de premio

 

Como cada año, los protagonistas de la FIL de Guadalajara acudieron al acto inaugural de una gran serie de actividades que representarán a América Latina en la cultura y, sobre todo, en la literatura y el pensamiento reflexivo.

“Ya son treinta años”, dijo Raúl Padilla, el presidente de la FIL, después de dar la bienvenida a todos los asistentes al acto, “que comenzamos el sueño de tener en Guadalajara una feria de libro en español con dimensión universal. Un jardín para lectores, escritores y libreros que propiciará el encuentro con las ideas y la palabra, la expresión del arte y la manifestación de la crítica”.

Durante su discurso, Padilla señaló la importancia de la fiesta de los libros en una etapa crucial del mundo, como lo fueron los años ochentas del siglo pasado. “Había razones sobradas para construir un faro que proyectara desde México a las letras y el pensamiento”, dijo.

Hoy la feria tiene una labor formativa y en su nacimiento tuvo en su contra una etapa de crisis económica que supo sortear, recordó.

“Se alinearon los astros”, dijo Padilla sobre el gran éxito que, a su vez Tonatiuh Bravo, le celebró a nombre de la Universidad de Guadalajara, por ser su más entusiasta fundador.

Padilla también envió un mensaje de paz ante los recientes acontecimientos internacionales. “Hoy más que nunca, México y América Latina deben mandar una señal inequívoca, primero de unión y luego de unidad para afrontar los acontecimientos del porvenir”.

El gobernador Aristóteles Sandoval también envió un mensaje de paz en este sentido, y, en su discurso privilegió la función de la cultura como herramienta de construcción de paz. “Para progresar, el camino de la razón y sobre todo el diálogo, pues qué sería de esta feria si todos los libros contaran la misma historia o construyeran la realidad desde la misma perspectiva”, dijo,

“Espacios como la FIL nos unen a través del arte y del ejercicio del diálogo para trascender los muros imaginarios de la cultura o el lenguaje y también aquellos tangibles cimentados en el odio y la ignorancia”.

Estuvieron en el evento presentes, además, funcionarios y los alcaldes Enrique Alfaro Ramírez, de Guadalajara, y Pablo Lemus, de Zapopan. También fueron parte del presidio los escritores Mario Vargas Llosa y Fernando del Paso, entre otros grandes que fueron asistentes de este acto.

Norman Manea recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de manos de José Narro, el secretario de Salud, que representó en la ceremonia de inauguración al presidente Enrique Peña Nieto.

El escritor rumano comenzó su discurso con una frase: “Vengo de una región donde vivían personas y libros”, una frase que fue atribuida a Paul Celan, y que ha servido de inspiración para Manea, pero una frase, añadió, que pudo haber sido escrita por Dante, Víctor Hugo, Thomas Mann o Czeslav Milosz, todos esos poetas del exilio.

“Me atrevo a repetirlas yo también hoy”, dijo Manea, “en esta festiva celebración de la creatividad, como un homenaje a los escritores de ayer y hoy obligados a abandonar su país y su lengua materna, sin olvidar no obstante las raíces lingüísticas y espirituales de su biografía y bibliografía”.

Norman Manea es un escritor que ha vivido el exilio por partida doble: lo vivió primero en la niñez, a causa del holocausto en la Segunda Guerra Mundial y, tiempo después, ya en la juventud, por el régimen comunista que le obligó a salir del país y a refugiarse en otras latitudes hasta terminar en Estados Unidos, en donde radica en la actualidad.

Durante su discurso de aceptación del premio, Manea hizo una amplia descripción de su lengua: el rumano, a la que se ha aferrado después de los años del exilio, como quien se aferra a su tierra; también el discurso de aceptación lo dio en rumano. “La presencia de Rumanía aquí y ahora no es sólo un feliz azar. La lengua rumana es una lengua latina, traída por los romanos que llegaron al Danubio y a los Cárpatos desde el primer siglo después de Cristo”, dijo, para agregar después, “Como única lengua latina en un gran territorio eslavo, la lengua de Rumanía tuvo que enfrentar muchas presiones internas y externas que tendían a diversificar y desviar sus opciones y sus valencias; la raíz latina resistió heroicamente a las tensiones”.