El museo al más grande del mundo está en Brasil

Inhotim es una experiencia única que une arte y naturaleza”. Con estas palabras Antonio Grassi, director ejecutivo de esta institución, define lo que es el museo a cielo abierto más grande del mundo y, al mismo tiempo, un jardín botánico; un centro cultural y de eventos; y un proyecto social que intenta impulsar, a través de varios programas, la propagación de la cultura entre distintos colectivos de la principal cuenca minera de Brasil.

A punto de cumplir 10 años, Inhotim ocupa una área de 140 hectáreas en una localidad llamada Brumadinho, situada a 60 kilómetros de Belo Horizonte, capital del Estado brasileño de Minas Gerais. Además de su alto contenido artístico, el parque ofrece una experiencia tropical única gracias a sus avenidas que desdoblan entre bosques de bambú, lagos artificiales y plantaciones de orquídeas, que pueden ser recorridas a pie o en un carrito eléctrico de golf.

El centro reúne más de 500 obras de un centenar de artistas de 30 países diferentes, además de 4.200 especies botánicas y una de las colecciones de palmeras más relevantes del planeta, con más de 1.400 variedades. Entre los artistas presentes está Chris Burden, Adriana Varejão, Lygia Pape, Yayoi Kusama, el fotógrafo Miguel Rio Branco y Claudia Andujar, mundialmente conocida por su trabajo documental sobre los indios Yanomami. Incluso hay una piscina literaria del argentino Jorge Macchi, en la que te puedes bañar.

Solo hay una española representada, la vasca Cristina Iglesias, autora de Vegetation Room. «No me gusta pensar en estos términos. Prefiero decir que soy una artista privilegiada que puede tener una obra en Inhotim. Creo que sus fundadores buscan obras de arte por encima de los nombres concretos o los países», señala Iglesias.

«Iglesias fue seleccionada por el fundador de Inhotim, Bernardo Paz, durante una visita a la feria de arte Arco en 2007», cuenta Cecilia Rocha, comisaria asistente de esta institución. La obra fue realizada entre 2010 y 2012 y es fruto de una intensa colaboración entre la artista española y la institución brasileña.

La singularidad de este complejo es que todas las obras han sido diseñadas específicamente para este lugar y solo pueden ser vistas aquí. Cristina Iglesias visitó dos veces Inhotim antes de crear Vegetation Room. Lo hizo en su estudio de Madrid y posteriormente tuvo que transportarla hasta Brasil en barco. «Estuve tres semanas en Brumadinho para realizar la instalación junto a mi equipo y al de Inhotim. Fue increíble, porque este centro ofrece una libertad y un apoyo increíble al artista, algo que es poco común», asegura Iglesias. La artista pudo retirar vegetación y crear su obra laberíntica en el medio de la mata. «Fue como pintar en tres dimensiones», señala.

Detrás de tanto tripudio artístico está un rico empresario, Bernardo Paz, un coleccionista que se hizo millonario exportando hierro y acero, sobre todo a China. Paz, de 65 años, es un personaje fascinante hecho a sí mismo y en 2006 acabó transformando su propiedad particular en un museo por amor al arte. En poco tiempo, Inhotim se ha convertido en una referencia mundial del arte contemporáneo.

Hombre de grandes excesos, se ha casado seis veces, una de ellas con la artista Adriana Varejão, a la que (dicen) sigue amando y apoyando. En sus entrevistas reconoce que durante una época llegó a necesitar una botella entera de whisky para poder conciliar el sueño. «Dos horas a lo sumo», asegura. Padre de siete hijos y abuelo de dos nietos, vive en un caserío dentro del complejo de Inhotim.

Según la revista Forbes, Paz acumula un patrimonio de más de 2.850 millones de reales (unos 712 millones de euros). Él afirma que ha invertido todo su dinero en este proyecto y que incluso ha acumulado deudas para sacar adelante su utopía. El empresario es una anomalía en un país donde la élite prefiere gastar su dinero en casas y objetos de lujo.

Nacido en una familia de clase media de un padre funcionario, Paz compró una empresa del ramo minero en bancarrota, que supo convertir en la primera piedra de su imperio. Su especialidad era adquirir empresas deficitarias y reflotarlas. La coyuntura económica favorable, con el precio de las materias primas en alza, le ayudó. En pocos años, el mineral del hierro pasó a valer un 1.800% más.

Su estilo de gestión de las minas difería radicalmente de sus antecesores. «Redujo el número de horas de trabajo al día. Contrató a un médico, dentistas, cocineros y un nutricionista. Incluso creó un club social con una piscina», explica un perfil en Wall Street Journal sobre el magnate brasileño. En el pasado también ha sido acusado por la prensa brasileña de haber construido Inhotim con dinero ilícito, algo que siempre ha negado y que según él nunca se ha demostrado.

Hoy Inhotim, con sus 23 galerías, es una de las mayores colecciones de arte contemporáneo de América Latina. Pero, por encima de todo, es una criatura viva que no para de crecer y de transformarse, a pesar de la grave crisis económica que amenaza muchos museos e instituciones culturales de Brasil. «Intentamos encontrar soluciones creativas para reducir los efectos de esta crisis, a través de eventos, colaboración con empresas y una búsqueda constante de patrocinadores», subraya el director ejecutivo de Inhotim.

El 20% de los visitantes de este museo-jardín son extranjeros. Los gestores esperan aprovechar el tirón mediático de los Juegos Olímpicos para incrementar el número de visitas, como sucedió en 2014 durante el Mundial de Fútbol. «Por eso hemos estado trabajando junto al Comité Olímpico, con el fin de obtener una visibilidad mundial durante las semanas en que se llevan a cabo las competiciones», cuenta Grassi.

Durante los Olímpicos, una obra de la artista brasileña Adriana Varejão será inaugurada en el Parque Acuático de Río de Janeiro. «Es una forma de dar a conocer Inhotim no solo entre las personas que acudan a Río de Janeiro, sino también entre todos los espectadores que seguirán los JJ. OO. por televisión», explica Grassi.

Por lo pronto, la antorcha olímpica pasará por Inhotim. «Tal vez sea la única institución cultural, que no es propiamente una ciudad, que recibirá la antorcha. Será un momento muy importante y de celebración para nosotros», concluye el director ejecutivo.