Homenajean en Bellas Artes a Carlos Fuentes

La cereza del pastel en el homenaje hoy a Carlos Fuentes a cinco años de su partida fue la participación de su viuda, la periodista Silvia Lemus, quien se refirió a la novela “La Frontera de Crista”l, publicado por el escritor y ensayista en 1995, que gira en torno a la situación de México y Estados Unidos con una actualidad sorprendente.

En el acto celebrado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, los demás participantes se refirieron a tres libros de Fuentes que en 2017 cumplen medio siglo y 30 años de haberse publicado: Cambio de piel (1967), Zona sagrada (1967) y Cristóbal Nonato (1987).

Gonzalo Celorio, al hablar de Cambio de piel, expresó que es una novela ambiciosa que corresponde a la juventud del autor. Es un libro que intenta decir todo sobre México. “Es un gigantezco mural pintado por un miniaturista”. Es un texto “libertador para todos nosotros, pero también para Carlos Fuentes”, dijo el escritor.

Ana García Bergua reconoció que Zona sagrada se ha considerado una novela de menor envergadura dentro de la vasta e inabarcable obra del homenajeado. Sus protagonistas están inspirados en la actriz María Félix y su hijo el actor Enrique Álvarez Félix. De allí que le agradó hablar de ella “justamente por la curiosidad y la convicción de que la obra de un autor, incluso el más antiguo de todos, es un ser vivo y cada lectura renueva al infinito sus posibles reverberaciones e interpretaciones”.

Para García Bergua, “la gran apuesta estilística de Carlos Fuentes, esa que buscó totalizar las voces joyceanas y faulknerianas y los espejos del nouveau roman con el trasfondo de la historia y la literatura, encuentra en esta novela de 1967 los primeros acercamientos a esa gran ambición”.

Respecto de Cristóbal Nonato, Antonio Saborit señaló: “En el transcurso de la gestión de Nonato, el lector conoce lo que debe conocer sobre la historia familiar del personaje central de la novela y la épica o antiépica nacional. Esta era la idea desde un principio cuando Fuentes se aventuró a acomodar el trama de la novela en el futuro aunque sin ir más allá de los seis años que como máximo establece nuestro sistema métrico sexenal. Al cabo del tiempo el escenario imaginado por Fuentes para el México de 1992 se integra de manera natural al festín que es Cristóbal Nonato y de hecho todo futurismo desaparece… La violencia, la prisa, la crueldad y la muerte siguen siendo nuestras alfabetizaciones”.