Poeta tzotzil gana premio nacional

La poesía no debe entenderse como un ejercicio individual. “Es, siempre, una actividad colectiva”, afirma el escritor tzotzil Manuel Bolom Pale, originario de Jocosic, Huixtán, Chiapas, quien la noche de este martes recibirá el Premio Nezahualcóyotl de Poesía Oral de Literatura en Lenguas Mexicanas 2016.

Antes de la ceremonia, que se efectuará a las 19 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el también psicólogo, traductor e investigador indígena, de 39 años, afirma en entrevista que existe un divorcio entre las políticas públicas y la realidad y las verdaderas necesidades de las culturas originarias.

“Una cosa es cómo nos miran, nos nombran las instituciones y nos ponen en las estadísticas y otra es cómo nos miramos nosotros como pueblos originarios. Creo que, en la medida en que esto se vuelve un espacio de reflexión y un objeto de estudio, las lenguas originarias -por ejemplo- tendrán otras perspectivas”.

Destaca que si en realidad se quiere un cambio es necesario que los propios pueblos indígenas participen, y que una de las principales tareas en ese sentido consiste en “ayudar a ver a las nuevas generaciones que hay otras formas de construir conocimiento desde nuestras culturas”.

Al respecto, asume como esencial el papel de la educación, en el sentido de que los pueblos originarios deben contar con escuelas en las que sus lenguas tengan un papel protagónico, pues entre las nuevas generaciones de esos pueblos hay un interés real por ahondar en su cultura, tradiciones y sabiduría.

“La idea es generar un movimiento en los campos educativos, de hecho es algo en lo que estamos pugnando. Si esto no se logra, no tendrán sentido todos los esfuerzos que se hagan”.

Manuel Bolom Pale se hizo acreedor al Premio Nezahualcóyotl (y con ello a un monto de 150 mil pesos, un diploma y la publicación de su texto) por la obra Sk’inal xikitin: K’opojel yu’ un nupunel (Fiesta de la chicharra: un discurso ceremonial para matrimonio), escrita en lengua tzotzil.

El jurado lo reconoció por “dar continuidad y vivacidad al verso tradicional maya tzotzil, así como por reunir y desencadenar una trama de la vida ceremonial en la que además de la palabra y las imágenes retóricas, encuentran sentido la música, el atuendo, la bebida, la comida, el pox, los testigos, los padrinos y la comunidad en su conjunto”.

Al respecto, el autor explica que este poema es en realidad una recreación del ritual que se realiza en su comunidad cuando un hombre pide en matrimonio a una mujer, el cual consiste en asistir a la casa de la familia de la pretendida y apostarse ante la puerta de rodillas, en ocasiones hasta por horas, para argumentar con palabras bellas los motivos que lo harían un buen marido.