Tres tenores mexicanos emocionan la Neza

Los tres mexicanos que año tras año conquistan oídos europeos y estadounidenses, dedicaron una noche –la del pasado martes– a los oídos nacionales con la interpretación de 13 arias de Verdi, Mozart, Donizetti y algunas obras populares mexicanas en la Sala Nezahualcóyotl de Ciudad Universitaria, en una gala operística que convirtió cada silencio en una bulla de aplausos y cada intento de despedida de Francisco Araiza, Ramón Vargas y Javier Camarena en un total de cuatro encores.

Después de que la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), dirigida por la batuta de Srba Dinic, diera inicio al concierto único Tres generaciones. Tenores mexicanos con la Obertura de El cazador furtivo de Weber, Javier Camarena, sonriente y bromista, justificó su nombramiento de “príncipe entre tenores” al interpretar Dies Bildnis ist bezaubernd schön (Este retrato es encantadoramente hermoso) de La flauta mágica, de Mozart, en donde su melodiosa voz enamoró al público en cuestión de minutos, tal y como se enamoró Tamino al ver la imagen de Pamina, historia que se narra en el aria cantada por el mexicano.

Los aplausos fueron emotivos, pero el momento más álgido fue cuando Ramón Vargas cantó O fede negar potessi…Quando le sere al placido, pieza que acompaña la escena más conocida de la ópera Luisa Miller, de Verdi. La fuerza vocal del tenor creó una expectativa y una que otra apuesta entre los asistentes para saber quién de los tenores interpretaría mejor a Verdi.

El resultado, en opinión de un matrimonio, fue empate; para otros escuchas, la exactitud lírica que imprimió Francisco Araiza al aria O fligi, o fligi miei, de la ópera Macbeth, impuso la experiencia y perfección propia de un maestro y del primer tenor que abrió los escenarios de Alemania para los cantantes mexicanos. En cambio, quienes se pusieron de pie casi por un minuto al final de la interpretación de Camarena, la ejecución del veracruzano fue la ganadora.

Pero de nuevo Araiza, quien hizo la grabación de La flauta mágica bajo la batuta de Herbert von Karajan, no desilusionó al público, al cantar una de las arias más famosas del mundo y una de las más esperadas en la Sala Nezahualcóyotl: Vesti la giubba, de la ópera Payasos de Leoncavallo.

Hacia el final del concierto, la OSM tocó el Danzón no. 2 de Arturo Márquez, pieza que marcó el cambio de ritmos (cuyos arreglos fueron hechos por Ángel Rodríguez), ya que los tres tenores entregaron su voz a las melodías populares: Bésame mucho, Júrame y Granada. En un unísono los tres cantaron, se abrazaron y cada que podían agradecieron al público.  En ese momento, los asistentes también cantaron y algunos se mecieron en las butacas en un intento de bailar al ritmo de las piezas.

Durante los últimos minutos de la gala, los celulares empezaron a asomarse sin temor alguno y entre las luces de la sala, brilló el flash de la foto del recuerdo, de la selfie, de la cámara que grabó por unos minutos la voz de Camarena, Vargas y Araiza, pero el inevitable final llegó, al igual que la esperada petición de encores, pues en cada una de las cuatro veces que el director de Srba Dinic tuvo que regresar al escenario, les decía a los músicos: ahora la número 9, ¡ahora la 11! …

Los cantantes mexicanos volvieron a la sala para complacer los aplausos del público (algunos estaban a escasos metros del escenario para fotografiar el abrazo de las tres figuras más famosas de la ópera). Ramón Vargas y Francisco Araiza acomodaron las partituras en el atril para cantar de nuevo, en cambio Camarena, sustituyó el papel por su teléfono celular, que colocó en el facistol mientras sonreía de forma traviesa. Y sonaron los dos primeros encores.

“¿No se han cansado?”, exclamó Camarena  y la inmediata respuesta del público fue un no. Los tres tenores rieron y dijeron que ellos sí estaban cansados, pero continuaron la gala con México lindo y querido y la canción napolitana O sole mio.

Este concierto histórico, con una duración de alrededor de dos horas, fue realizado en beneficio de Pro Ópera y de la Fundación Ramón Vargas, e imitó la idea de juntar a tres figuras igual que en 1990 cuando Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras ofrecieron una serie de conciertos en Europa bajo el nombre Los Tres Tenores.