Investigadores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) aprovechan la cáscara y la parte media del coco, considerados desechos, para desarrollar productos alimenticios que reduzcan el colesterol, los triglicéridos y la obesidad.
Los compuestos que se obtienen de esas partes del coco son ricas en fibra y micronutrientes, por lo que ayudan en el tratamiento contra la obesidad, aseguró coordinadora del proyecto y académica de la Escuela Nacional de Ciencias Médicas (ECNB), Alicia Ortiz Moreno.
Además, la fibra de coco contiene cantidades importantes de fibra dietética que contribuye a mantener los niveles glicémicos adecuados en pacientes diabéticos y disminuyen el colesterol, señaló Ortiz Moreno, en una entrevista para la Gaceta Politécnica.
Para el desarrollo de estos productos, los científicos llevan a cabo como primer paso la deshidratación de los residuos del coco mediante la técnica de microondas.
La especialista detalló que el calentamiento se efectúa de adentro hacia afuera, por lo que las estructuras de la fibra se abren. Además en esta primera etapa también se determina la actividad antioxidante de los compuestos.
Luego, la fibra se fracciona en trozos pequeños y se muele para llevar a cabo la investigación con roedores, previo a la creación de los productos alimenticios.
Esta investigación probó que la fibra que se extrae de la cáscara, además de emplearse en el tejido de cuerdas y amarres para bancos, tapetes o cepillos, se puede consumir y es benéfica para la salud, destacó la publicación del IPN.
No obstante, los efectos terapéuticos de estos productos serán corroborados en un estudio piloto con pacientes, el cual será avalado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
“Es nuestro deber garantizar que los productos que van a consumir las personas sean totalmente inocuos, por ello en la etapa preclínica evaluamos el polvo y los productos funcionales en roedores” dijo por su parte la investigadora Leticia Garduño Siciliano.
En México, la industria del coco tiene fuerte presencia en los estados de Guerrero, Colima, Tabasco y Oaxaca, sin embargo, de la producción nacional se aprovecha solo 17 por ciento de la cubierta y el resto es considerado como material de desecho contaminante.
Por ello, los científicos politécnicos planean escalar el proceso de residuos de coco para beneficiar a las comunidades que lo cultivan y así aprovechar el residuo que tiran para generar fuentes de empleo y contribuir al cuidado de la salud de los mexicanos.