El oftalmólogo Enrique Graue Wiechers asume hoy como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con el desafío de modernizar este prestigioso centro de estudios y propiciar cambios para mejorar el país.
En una entrevista con Efe, este médico de 64 años habla del proceso en el que resultó elegido rector, de las prioridades de su gestión, de la necesidad de que el Estado destine más presupuesto a la educación superior y de la función social de la universidad.
Graue está feliz, aunque todavía sorprendido por su nombramiento como rector del principal centro de estudios del país, con 342.542 alumnos y 38.793 profesores, tras un proceso en que compitió con otros 15 aspirantes, todos «muy distinguidos».
«El corazón se le salta a uno», admite desde la sala de juntas de la dirección de la Facultad de Medicina, de la que ha estado al frente desde 2008.
El rector es designado con los votos de al menos 10 de los 15 miembros de la Junta de Gobierno, «ignoro cuántos tuve», confiesa Graue, quien comenta que ello no quiere decir que él sea el mejor candidato, sino «la mejor opción para la universidad» para 2015-2019.
Con 35 años de trayectoria en la UNAM, Graue adelanta que formará un equipo para integrar las propuestas de los diferentes aspirantes, y después enviará un proyecto a la comunidad para recoger sus opiniones y generar un plan de acción.
«Lo más importante es modernizarnos en la forma en que enseñamos, fortalecer mucho las tecnologías de la información para la educación» y aprovecharlas para hacer «una administración más ágil», sostiene.
Una educación moderna implica generar competencias entre los alumnos para que el conocimiento que vayan adquiriendo tenga aplicación en la vida real, y así una vez terminen su carrera tendrán las herramientas para incorporarse a la vida laboral.
«Hay muchas formas de conseguirlo, desde las aulas virtuales, la creación de casos formales y moverse a lugares», precisa, y añade que si esto se aplica a lo largo de la carrera «mejoraríamos nuestros índices de titulación».
Otra de las prioridades, dice, será «reforzar todos los aspectos de cultura y deporte», así como acelerar la desconcentración de la administración universitaria, además de continuar con todo lo que ha funcionado y ha hecho crecer a la UNAM, galardonada en 2009 con el Príncipe de Asturias.
Sobre un eventual crecimiento de la universidad para responder a la creciente demanda, se pronuncia en favor siempre y cuando venga emparejado de una financiación correspondiente. «No puede uno crecer indefinidamente con el mismo presupuesto, es imposible», asegura.
«Hay que luchar por nuestro propio presupuesto y el Estado lo ha venido entendiendo, pero sí es necesario incrementarlo en forma sustancial para que nosotros podamos hacer nuestra parte», al igual que otras instituciones educativas del país.
Porque aunque la UNAM «tiene que levantar siempre la voz por el crecimiento de la educación a nivel nacional, no somos responsables de toda la educación nacional», señala.
Respecto al gasto en educación de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), en nivel superior «estamos muy por debajo» del promedio, detalla Graue, quien destaca la necesidad de «poner el dedo en el renglón» pues esta área «es la que propicia el desarrollo de un país».
El nuevo rector asegura que la UNAM cumple la «función social para la que fue creada». Más de 60 % de los jóvenes que ingresan a la institución provienen de familias cuyo ingreso total «es menor de cuatro salarios mínimos», y los padres de uno de cada 100 «hablan alguna lengua indígena».
La universidad es para «todos los que demuestren la capacidad de estar» sin importar sus condiciones económicas, sostiene Graue, al destacar que «70 % de los estudiantes están becados» para que la falta de recursos «no sea una razón de abandono de estudios».
También defiende el papel «vital» de los maestros por asignatura (unos 16.000), pues son los que aportan a los alumnos su experiencia profesional: sin ellos «estaríamos haciendo teóricos sin ningún conocimiento de la realidad», señala.
Sin embargo, admite que hay que revisar los casos de profesores con una carga académica «muy importante» y que pueden contemplarse en esquemas de medio tiempo o tiempo completo.
Sobre el papel de la UNAM en tiempos de crisis, recuerda que esta casa de estudios siempre ha estado vinculada a los problemas sociales y a las necesidades del país, aunque «a lo largo del siglo XX con mucha mayor intensidad», y seguirá