Jóvenes egresados del Centro Universitario México (CUM) transformaron el lirio acuático de los canales de Xochimilco en macetas biodegradables con un alto valor orgánico y, de esta manera, ayudar a recuperar los suelos durante el proceso de reforestación.
Tras visitar esa área Natural Protegida, ubicada al sur del Distrito Federal, Miguel Enrique Gómez y Gerardo Efraín Llanos observaron que el lirio acuático ganó terreno al reproducirse de manera acelerada y extenderse sobre los lagos, lo que provocó la muerte de diversas especies del lugar.
Esto ocurre porque esta planta flotadora afecta la acuacultura, pues ocupa toda la superficie, consume demasiado oxígeno e impide el paso de la luz que requieren las especies nativas para subsistir, explicó Llanos Pita en una entrevista.
Indicó que la basura y la melaza acumulada y estancada también frenan el flujo del agua en las redes y canales de Xochimilco, lo que degrada aún más el ecosistema, a pesar de que los habitantes hacen labores para removerlo y usarlo en la composta.
“Por estas razones es considerada una plaga y debe sacarse del agua para aprovecharla como materia prima en la generación de nuevos productos, pues tiene una cantidad elevada de sulfatos, nitratos y carbonatos para lograr su desarrollo eficiente”, mencionó el joven de 19 años.
Por su parte, Gómez Luna comentó que esos compuestos son muy útiles para el crecimiento de las plantas ornamentales y en el proceso de reforestación.
“De ahí, surgió la idea de desarrollar una maceta biodegradable para sustituir las de plástico que ofrecen en la venta de plantas”, señaló.
El siguiente paso radicó en encontrar los materiales orgánicos ideales para confeccionar la maceta. Con métodos sencillos recolectaron la melaza y una cubeta de 20 litros fue suficiente para confeccionar una pieza, además, usaron un molino como trituradora para lograr una pasta.
Luego, los jóvenes inventores agregaron maizena, cal y fibra de coco para obtener una mezcla perfecta y resistente, y le dieron forma a la pequeña jardinera con un molde hecho de un tubo de PVC y un frasco de vidrio.
Después, la expusieron al calor de un foco por más de 72 horas y, en algunos ensayos, la dejaron al sol para secarse y evitar el consumo excesivo de energía eléctrica.
“Todo lo hicimos bajo prueba y error, pues dimos con los materiales después de varios ensayos, por ejemplo, probamos con harina, gelatina y maizena para encontrar un pegamento natural, de lo contrario ya no sería biodegradable”, expuso Miguel.
Los jóvenes añadieron cal para proteger a las plantas o árboles recién plantados del daño por plagas y enfermedades, mientras que la fibra de coco dio resistencia a la pasta final.
Gómez Luna aseguró que la jardinera tiene una vida útil de unos ocho meses y es capaz de degradarse muy rápido debajo de la tierra porque no hay necesidad de traspasar la planta.
Para corroborarlo, los egresados del CUM sembraron semillas de frijol en varias macetas, unas las sepultaron y las otras las mantuvieron afuera, ambas en las mismas condiciones de clima y agua, y a los ocho días descubrieron que los compuestos de las primeras se descompusieron para integrarse fácilmente al ambiente.