Un pasillo de 8 metros de longitud, 45 centímetros de ancho y 1.5 metros de alto con dos puertas y dos ofrendas que contenían cráneos de niños, cuchillos de sacrificios y objetos de obsidiana, fue descubierto en la zona arqueológica de Templo Mayor, específicamente al interior del Cuauhxicalco, basamento circular donde las fuentes históricas indican que fueron enterradas las cenizas de los gobernantes mexicas.
Sin embargo, ninguno de estos hallazgos corresponde a los restos de los señores mexicas ya que aún no se identifica la presencia de cenizas humanas. A pesar de ello, el arqueólogo Leonardo López Luján, en la Primera Mesa Redonda de Tenochtitlan realizada ayer en El Colegio Nacional, destacó que el pasillo y las ofrendas serán prioridad de investigación para 2016.
“Recordemos que el Cuauhxicalco mide 16.44 metros de diámetro y 2 metros y medio de alto, es circular de planta y cuenta con una entrada en el extremo norte, a un costado de la Casa de las Ajaracas. Entonces el pasillo hallado no recorre este basamento de lado a lado, sólo llega a su centro y es donde están las dos puertas mencionadas”, precisó López Luján.
Esta especie de túnel fue descubierto hace 2 años después de que el equipo de arqueólogos del Templo Mayor se percatara de la existencia de una lápida de 3 mil 300 kilogramos. “Era muy pesada, era parte del piso de la plaza y nos indicaba que había algo importante debajo de ella, la lápida estaba lisa, no tenía grabados, entonces la removimos y encontramos dos ofrendas”, comentó.
Los elementos funerarios fueron: la ofrenda 149 y la número 151. La primera, explicó, era una caja de grandes dimensiones y con cráneos de dos niños que hasta que se inicien los trabajos de DNA, podrán determinar su sexo.
“Esa nueva caja de ofrenda fue extrañamente rellenada con los sillares de un muro desmantelado, poco a poco los fuimos extrayendo hasta llegar al fondo de la caja donde había dos cráneos, cada uno con sus mandíbulas y las tres primeras vértebras cervicales, pertenecientes a niños entre 5 y 7 años, respectivamente”, detalló.
El arqueólogo comentó que anteriormente no habían registrado cráneos de infantes con la presencia de las primeras vertebras cervicales y mandíbula. ¿Qué quiere decir esto?, se cuestionó. “Que los decapitaron y los enterraron casi frescos porque encontramos dos cabezas, una manita y dos pies, es decir, están articulados, lo cual nos dice que fueron cercenadas y sepultadas cuando los niños estaban recién muertos”.
En palabras de López Luján, esa ofrenda es una de las más ricas en cuanto a materiales ya que también contenía dos braceros, cuchillos de sacrificio, huesos de águila, piezas de oro y una pieza que define como “espectacular”, ya que aun no identifican qué es pero está hecha de obsidiana dorada.
“Después, profundizamos un poco y encontramos la ofrenda 151 que era el cráneo de una mujer adulta. Como encontramos esas ofrendas, dijimos que restauraríamos la caja y cerraríamos el proyecto ahí porque no encontramos las cenizas de los soberanos, que fue el motivo principal por el cual estudiamos el Cuauhxicalco”, dijo, sin embargo, pudieron percatarse de otra estructura.