Excavan una segunda piedra de sacrificios en la zona arqueológica del Templo Mayor, la cual presenta restos de pulque y sangre, además los arqueólogos del sitio hallaron tres ofrendas con restos óseos humanos, la primera compuesta por 12 individuos casi completos que incluye a una mujer de 60 años y seis niños, otra de cinco cráneos íntegros usados para colocarlos en un “tzompantli” y la tercera con dos mil fragmentos de cráneos y mandíbulas.
Estos descubrimientos se registraron en 2012 durante la construcción y adecuación de la Plaza Gamio, ubicada entre la Catedral y el sitio mexica, que se dieron a conocer ayer en la cuarta sesión de la Mesa Redonda de Tenochtitlan en El Colegio Nacional.
“La Ofrenda número 157, estaba compuesta por 2 mil fragmentos de cráneos y mandíbulas que se dispersaban sobre un área de 70 por 100 centímetros sin orden aparente. Después se constató que el depósito de huesos se encontraba sobre un relleno tezontle y basalto, excavamos hasta llegar a una piedra identificada como piedra de sacrificios o techcátl”, explicó la arqueóloga Rocío Jiménez González.
La piedra tiene forma poliédrica que remata en la parte basal con un engrosamiento a manera de pestaña, mide de 55 centímetros por 60 de ancho y conforme va subiendo, va adelgazando. Es la segunda localizada en las inmediaciones del Templo Mayor, data de 1440 a 1490 y al parecer fue removida de su espacio para depositarla como ofrenda.
“Junto al téchcatl había vasijas asociadas, braceros y copas pulqueras, todos estos elementos tenían restos de sangre. Se hizo un estudio de cromatografía usando la referencia de sangre actual y vimos que la piedra sí tenía restos de sangre adherida a la tierra y en la poca capa de estuco que le quedaba”, comentó Jiménez González.
En opinión de los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la piedra de sacrificios estaba rota de manera intencional, lo que les hace pensar que los mexicas la quitaron del templo donde estaba para pasarla a la ofrenda.
Sin embargo, de acuerdo con los recientes estudios hechos por investigadores del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, dicha piedra no fue bañada en sangre, sino con pulque.
“Los altos valores de fosfato presentes en el téchcatl quizá se deba a restos de cráneos y vertebras localizados arriba de ésta. Los altos niveles de carbohidratos indican con alta posibilidad el uso del pulque en el ritual de consagración en lugar de la sangre que se esperaba”, precisó Luis Barba.
Los bajos valores de proteínas y ausencia de ácidos grasos, añadió, se pueden explicar porque no fue removido de otro sitio y reutilizado, es decir, “parece que la piedra fuera preparada para este ritual y no tuvo un enriquecimiento previo, pudo ser utilizada en este evento únicamente: la consagración del Cuauhxicalco y su enriquecimiento fue muy ligero”.
Debajo de esta piedra de sacrificios aparecieron cinco cráneos, a 7.62 metros de profundidad, con perforaciones en los parietales y temporales, la cual evidencia que fueron colocados en un tzompantli. Esta ofrenda fue denominada con el número 159 y cuenta con restos botánicos relacionados a la agricultura.
“La ofrenda 159 la conforman tres hombres y dos mujeres edad juvenil a adultos jóvenes, tienen marcas de raspado correspondientes al proceso de limpieza en el hueso y datan de 1440 a 1490”, comentó Rocío Jiménez González.Las primeras hipótesis de la experta indican que tanto la piedra de sacrificios como las ofrendas 157 y 159, forman parte de una ceremonia ritual asociada al sacrificio humano por medio de la extracción del corazón, la colocación de cráneos en el tzompantli y el posterior entierro de éstos como ofrendas.