El envejecimiento es un proceso en el que no solo influyen los buenos hábitos que hemos mantenido a lo largo de la vida –o más bien, los malos hábitos, como comer mal o fumar–, sino también nuestra predisposición genética. Y así sucede también en el caso del deterioro cognitivo. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rush en Chicago, la capacidad para mantener nuestras capacidades mentales en la vejez podría depender de los niveles, mayores o menores, de una proteína en nuestro cerebro.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista Neurology, muestra que las personas mayores que tienen una cantidad superior de proteína expresada por el gen BDNF –gen que codifica el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF)– en sus cerebros tienen un menor deterioro de su memoria y capacidad de pensamiento.
Como explica Aron S. Buchman, “esta relación fue más fuerte en las personas que mostraban más signos cerebrales de la enfermedad de Alzheimer. Así, los resultados sugieren que unos niveles elevados de proteína expresada por el gen BDNF pueden proveer de un ‘amortiguador’ al cerebro y protegerlo frente a las placas que se forman en el alzhéimer”.