En 52 hojas tamaño oficio, con una letra minúscula, apretada, en tinta negra y algunas anotaciones al reverso, el narrador y diplomático mexicano Federico Gamboa escribió su novela más famosa, Santa, de la que este año se publicará la primera edición crítica y anotada.
El manuscrito de la obra, que custodia la Academia Mexicana de la Lengua tras recibirlo en donación por parte de la familia del también dramaturgo, está encuadernado en un volumen con pasta dura roja y dividido en seis capítulos.
Amarillas por el paso de un siglo, pero en buenas condiciones, las páginas sobre las que tanto trabajó el máximo exponente del naturalismo en México narran una historia que desafió la moral de su tiempo, porque evidenció la normalidad con la que se practicaban la infidelidad y el adulterio.
Santa, la joven de 19 años oriunda del barrio de Chimalistac que, por azares del destino, cae en la prostitución y cuya vida se va degradando poco a poco hasta su trágico desenlace, se convirtió en un personaje arquetípico que inspiró en 1918 el primer largometraje mudo, y después la primera cinta del cine sonoro mexicano en 1932.
Al final del tomo donde esta trama fue plasmada por primera vez, resguardado en la Biblioteca Alberto María Carreño de la Academia, aparece una fecha: Guatemala, 7 de abril de 1900-Villalobos, 14 de febrero de 1902, lapso en el que el también periodista confeccionó la novela, detalla el bibliotecario David Villagómez.
Este documento de puño y letra de Gamboa ha sido el punto de partida para la edición crítica y anotada de Santa, que coordina el poeta e investigador Vicente Quirarte, cuya primera edición data de 1903, publicada en Talleres Araluce de Barcelona, España.
El actual jefe de la biblioteca comenta que Quirarte y Liborio Villagómez, quien era el titular del recinto, comenzaron hacia 2013 la revisión del manuscrito y la comparación de éste con la edición de 1903.
“Mi padre hizo un listado de los cambios que descubrieron, pero en sí la estructura es la misma”, dice David Villagómez, quien destaca la cercanía de Gamboa con la Academia Mexicana de la Lengua, a la que ingresó como miembro de número en 1909 y fue el segundo ocupante de la silla XVII, además de director del organismo a partir del 10 de julio de 1923 hasta su muerte.