Al ser una zona cuya orografía cuenta con gran presencia volcánica, en México abundan los volcanes monogenéticos susceptibles de registrar una gran erupción, reveló la investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM, Marie Noëlle Guilbaud.
La académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que tan solo en la Franja Volcánica Transmexicana se estima que hay más de tres mil volcanes.
De hecho, para ser más precisos, “en la sierra Chichinautzin existen unos 220. Si alguno entrara en actividad sería peligroso para la Ciudad de México y Cuernavaca, como lo fue el Xitle para los antiguos habitantes del Valle de Anáhuac”, agregó.
Detalló que a diferencia de los volcanes poligenéticos —con varias erupciones, una vida larga y grandes edificios—, los monogenéticos tienen una sola expulsión, una existencia corta y suelen ser pequeños, como en el caso del Paricutín, en Michoacán, que fue uno de más larga eyección con nueve años de duración, de 1943 a 1952.
Aunque pequeños, los volcanes monogenéticos son capaces de generar erupciones potentes que quizá no liberan material hasta la estratosfera y provocan cambios climáticos como los de mayores dimensiones, pero sí causan afectaciones en los asentamientos humanos.
Recordó que “El Xitle generó mucha lava; si esto se repitiera, la incandescencia expulsada no causaría muertes, pues la población sería desalojada oportunamente, pero sí enterraría lo que encontrara a su paso.
Además las cenizas también son peligrosas, pues según la dirección del viento cubrirían diferentes zonas y afectarían el tránsito aéreo, colapsarían techos y taparían drenajes”.
La investigadora reveló que las zonas mexicanas más peligrosas son dos: el campo Michoacán-Guanajuato, con mil 100 de estos volcanes —entre los que destacan el Jorullo y el Paricutín— y 400 medianos, y la sierra Chichinautzin.
Al tratar de descubrir por qué en México hay tantos volcanes monogenéticos, Guilbaud descubrió que en las zonas de subdicción repartidas a lo largo del mundo suelen formarse edificios voluminosos y los de dimensiones reducidas son escasos.
Sin embargo, México es atípico en este renglón y lo observado en su territorio no corresponde a lo descrito en los libros sobre la materia.
La subducción de la placa de Norteamérica por las placas Rivera y de Cocos genera sismos y vulcanismo en la Faja Volcánica Transmexicana, donde predominan los monogenéticos, de ahí que exista un gran interés por parte de los científicos, expuso.
Como parte de su investigación, Guilbaud y sus colaboradores tratan de determinar cuántos volcanes de esta naturaleza hay en territorio nacional, qué productos emiten, su edad y cada cuanto hay una erupción monogenética en nuestro país.
Tan solo en la sierra Chichinautzin estudian el Pelagatos y el Pelado, también las lavas del Xitle; y en el campo volcánico Michoacán-Guanajuato, el Jorullo, el Paricutín, Las Cabras y Las Siete Luminarias, por nombrar algunos.
Entre sus hallazgos sobresale una zona cercana a Tacámbaro, al sur de Morelia, con muchos monogenéticos de creación reciente; así como en el área próxima a Uruapan, donde está El Metate, de apenas 700 años de edad y uno de los más grandes en esta categoría.
“Su erupción ocurrió antes de la llegada de los españoles a México-Tenochtitlan. Los indígenas debieron haberla presenciado, pero no hay documentos de ella”, aseveró.