Los jardines de cactáceas y suculentas son una opción factible que pueden contribuir a la disminución de los índices de contaminación, ya que absorben ciertas partículas de ozono y logran una alta producción de oxígeno durante la noche.
Para la encargada del Jardín Didáctico de Cactáceas y Suculentas “In Atecocolli” (caracol de tierra, en náhuatl) de la delegación Tláhuac, Araceli Gutiérrez de la Rosa, la implementación de jardines xéricos contribuye a la producción de grandes cantidades de oxígeno, ya que el proceso de fotosíntesis de estas plantas ocurre por la noche, mientras que el común de los árboles ocurre durante el día.
Recordó en entrevista con Notimex que este jardín fue abierto al público hace una década, con el apoyo del área de desarrollo rural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en colaboración con el otrora gobierno del Distrito Federal, pero desde hace ocho años apenas subsiste gracias al voluntariado y la solidaridad estudiantil.
Subrayó que si cada delegación tuviera uno o dos jardines así, pero con una extensión cinco veces mayor, propiciarían el bienestar social, pero sobre todo el cuidado del medio ambiente.
Biznaga, pitaya, jiotilla, uña de gato, conchita, siempreviva, colita de borrego, pata de elefante, sacamecate, copalillo, agave o espadín, son parte de las 380 especies que alberga el parque, las cuales fueron donadas por otros jardines y organizaciones, muchas llegaron maltrechas, posteriormente se rescataron y conservaron.
Gran parte de ellas son mexicanas, otras africanas o sudamericanas; algunas son comestibles como los nopales o biznagas, otras dan frutos como las tunas, garambullos, borrachitas, pitayas o xoconostles, las cuales sirven de alimento al ser humano, insectos y aves, señala la bióloga.
El objetivo del lugar es el de preservar y sensibilizar a la población acerca de la importancia del cuidado del medio ambiente en general y de las cactáceas y suculentas, plantas que se caracterizan por almacenar agua por meses e incluso años y por su elevada capacidad de adaptación al medio ambiente extremo.
También cuenta con un invernadero –donado y restaurado- que ha servido para recuperar especies en peligro de extinción y de donde se han propagado alrededor de 120 mil plantas que han servido para el establecimiento de otros jardines y la restauración de áreas verdes en terrenos y escuelas de las delegaciones Tláhuac y Milpa Alta, entre otras.
Gracias a la labor de los alumnos de servicio social de carreras como arquitectura, química, biología, pedagogía e ingeniería ambiental, así como del voluntariado de amigos y vecinos, el jardín ha logrado subsistir; a cambio, cada uno de ellos recibe como premio una planta del invernadero y la gratitud de la especialista.
Cisternas (tinacos), ollas de recolección de agua de lluvia, insecticidas, tijeras para podar, carretillas, palas, rastrillos, macetas, mangueras y bomba de agua, son parte de las herramientas utilizadas para el cuidado de estas plantas, sin embargo, constantemente son objetos apreciados por ladrones.
Asimismo, la falta de servicios básicos como sanitarios o bebederos obstaculizan las visitas recurrentes -el baño más cercano está a un kilómetro de distancia- ya que el incesante calor merma a los invitados quienes necesitan hidratarse constantemente, por ello, la encargada exhorta a autoridades y organizaciones otorgar recursos para continuar con su labor.
“Es necesario que los alumnos, padres de familia y público en general tengan un mayor acercamiento e interés por el medio ambiente, pero sobretodo que la gente conozca toda la diversidad de las cactáceas y otorgarles su justo valor en beneficio de nuestra propia supervivencia”, concluyó la académica.