La muestra, visitable hasta el 27 de noviembre, cuenta la fascinante historia de dos ciudades egipcias que cayeron en el olvido a partir del siglo VIII d.C.
Una triste coincidencia. El vuelo MS804 de EgyptAir desapareció de los radares durante la madrugada del pasado jueves, y presumiblemente se estrelló en el mar Mediterráneo y al norte de Alejandría, precisamente el mismo día en que el Museo Británico inauguraba la exposición Ciudades hundidas: mundos perdidos de Egipto, la primera gran muestra que presenta este museo sobre arqueología subacuática, cuyas maravillosas piezas han sido halladas no muy lejos del lugar del siniestro, aunque en estos momentos se desconoce la ubicación exacta del mismo. Otro revés para Egipto, que realiza grandes esfuerzos por promocionar su cultura milenaria y atraer de nuevo a los turistas al eterno país de las pirámides.
Es la primera gran muestra que presenta el Museo sobre arqueología subacuática, donde expondrá la belleza de dos ciudades del Egipto Antiguo hundidas en el Mar Mediterráneo.
La muestra, parecida a la que se contempló hace unos meses en el Instituto del Mundo Árabe en París, se puede visitar en el British Museum hasta el próximo 27 de noviembre. Cuenta la fascinante historia de dos ciudades egipcias que cayeron en el olvido a partir del siglo VIII d.C., al quedar sumergidas por un terremoto que arrasó la región del delta del Nilo. Las ruinas de Canopus y Thonis-Heracleion fueron descubiertas, respectivamente, en 1997 y 2000 por un equipo de arqueología subacuática dirigido por el francés Franck Goddio. La esencia de ambas ciudades era greco-egipcia tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno y, como bien dice Aurélia Masson-Berghoff, la comisaria de la exposición, «muestra a Egipto no como una civilización aislada, sino como una sociedad abierta, influyente e integradora».
La exposición reúne 300 piezas deslumbrantes, más de 200 de ellas excavadas entre 1996 y 2012 frente a la costa egipcia, cerca de Alejandría. Estatuas monumentales prístinas, metalurgia excelente y joyería de oro revelan los lazos que unieron a Egipto y Grecia a finales del primer milenio a.C. El público puede maravillarse ante algunas de estas obras maestras: una estatua de más de cinco metros de alto del dios Hapi, generador de fecundidad y fertilidad; dos estatuas colosales de un rey y una reina ptolemaicos; el toro sagrado Apis del Serapeum de Alejandría; la impresionante escultura de la reina Arsínoe II; y la estela erigida por el faraón Nectanebo I, entre otras cosas.