Parece increíble, pero una especie tropical, el pez arquero, es capaz de distinguir entre las caras humanas con un alto grado de precisión. Es una hazaña impresionante para un cerebro tan simple y pequeño, dado que esta tarea requiere de sofisticadas capacidades de reconocimiento visual. Es la primera vez que un pez ha demostrado esta habilidad y, para mayor curiosidad, señala el rostro conocido ¡con un escupitazo! La investigación, llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y la Universidad de Queensland (Australia), ha sido publicada en la revista Scientific Reports.
«Ser capaz de distinguir entre un gran número de rostros humanos es una tarea sorprendentemente difícil, debido principalmente al hecho de que todos los rostros comparten las mismas características básicas: dos ojos por encima de una nariz y una boca», explica Cait Newport, del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford.
En el estudio, a los fascinantes peces arquero, bien conocidos porque escupen chorros de agua para derribar insectos en pleno vuelo, se les presentaron en un monitor de ordenador situado encima del acuario dos imágenes de rostros humanos y se les entrenó para escupir a uno de ellos. Cuando ya aprendían a reconocer una cara, a los peces se les mostraban más caras nuevas. No fallaron. Incluso cuando las características más obvias, como la forma de la cabeza y el color, se retiraban de las imágenes, los peces seleccionaban la cara correcta y le tiraban un escupitajo. Acertaron hasta el 86% de las veces.
«En todos los casos, los peces escupían a la cara para cuyo reconocimiento habían sido entrenados. Incluso cuando hicimos esto con caras potencialmente más difíciles porque estaban en blanco y negro y la forma de la cabeza fue estandarizada, los peces todavía eran capaces de encontrar la cara», dice Newport.
«Los peces carecen por completo de la sección del cerebro que los seres humanos utilizan para el reconocimiento de rostros. A pesar de esto, muchos peces demuestran comportamientos visuales impresionantes y por lo tanto se convierten en sujetos perfectos para probar si los cerebros simples pueden completar tareas complicadas», apunta.
Para los investigadores, el hecho de que el pez arquero pueda aprender esta tarea sugiere que los cerebros complicadas no son necesariamente necesarios para reconocer rostros humanos.