“Me sinto ansioso todo el tiempo y, desde hace varios meses, me parece estar olvidando pequeñas cosas cada día. ¿He tomado mis suplementos de vitaminas esta mañana? ¿Dónde puse mis llaves del coche? Ni siquiera recuerdo lo que desayuné de ayer”. Estas quejas, en las que más de uno se reconocerá, pueden tener su origen en las presiones de trabajo, problemas de dinero, exámenes, una enfermedad en la familia, o incluso una mezcla de todo. Y cuando esas batallas se libran a diario durante un largo período de tiempo, el estrés se vuelve crónico.
Y ese estrés crónico podría estar afectando a una parte del cerebro denominada hipocampo, la sede de la memoria. De forma curvada, y situado en la base de nuestro cerebro, el hipocampo codifica los recuerdos de hechos y eventos: nombres, números de teléfono, fechas y sucesos ocurridos en el día a día.
Una nueva investigación demuestra que incluso un breve período de estrés puede hacer que el cerebro se encoja. Para ser más precisos, esa reducción se produce en el hipocampo. Se trata de un cambio en la estructura del cerebro que precede a la aparición de otro cambio en el comportamiento como la pérdida de memoria.
Hasta ahora, nadie sabía realmente la evolución de estos cambios. Se desconocía si la reducción del tamaño del hipocampo se producía antes o después de la pérdida de memoria, o si ocurrían de forma simultánea.
Para aclararlo, un grupo de investigadores del Centro Nacional de Ciencias Biológicas de Bangalore (India) y el laboratorio de Shane O’Mara en el Trinity College, Dublín, ha utilizado un modelo de rata. Estos roedores reaccionan al estrés de forma parecida a cómo lo hacen los humanos: desarrollan comportamientos relacionados con la ansiedad y su capacidad para formar recuerdos se ve afectada también, aseguran los investigadores. Además, se han establecido formas bien estudiadas para poner a prueba la memoria y la respuesta de las ratas a diversas formas de estrés.
En este estudio, las ratas fueron sometidas a estrés durante dos horas a lo largo de diez días. Después se examinaron sus cerebros por resonancia magnética en varios días durante el curso del estudio. Su capacidad para formar recuerdos se evaluó varias veces utilizando dos pruebas diferentes. Y los resultados fueron sorprendentes desde el primer conjunto de imágenes obtenidas por resonancia magnética tomadas después de sólo tres días de estrés: el hipocampo de las ratas estresadas se había reducido.
“Fue un resultado totalmente inesperado. Normalmente se observan cambios estructurales en el cerebro después de mucho tiempo, por ejemplo, 10 o 20 días. Tres días sin ni siquiera se consideran como estrés crónico”, explica Sumantra Chattarji, uno de los investigadores que participaron en el estudio.
Cinco días después de la exposición al estrés, la capacidad del hipocampo de las ratas para formar recuerdos fue puesta a prueba de nuevo. Y una vez más, los investigadores se llevaron una sorpresa. Las ratas estresadas se desenvolvían casi tan bien como las no estresadas. ”La pérdida de volumen y la contracción ya habían ocurrido y, sin embargo, la memoria espacial se mantenía,” explica Chattarji.
Al final de la prueba, el hipocampo de las ratas estresadas se había reducido aún más. Además, utilizando una segunda prueba de memoria, se detectaron marcadas diferencias entre las ratas estresadas y las que no lo estaban. Las sometidas a estrés lo hacían peor en esta prueba en comparación con las ratas no estresadas.
Estos resultados, publicados en la revista Scientific Reports, también detallan otros aspectos interesantes de cómo cambia la estructura del cerebro durante el estrés. En los primeros días, la contracción en el hipocampo izquierdo es más pronunciada, pero al cabo de diez días, el hipocampo derecho pierde la mayoría del volumen.
“En este momento, no se sabe muy bien la importancia funcional de esto. Hay algunas pruebas de que en los ratones sometidos a estrés social sólo el hipocampo izquierdo se contrae. Pero se necesitan más estudios para averiguar si hay alguna diferencia entre el hipocampo izquierdo y derecho”, aclara Mostafizur, un estudiante de doctorado del equipo de Chattarji y autor principal del estudio.
Otro descubrimiento es que hay diferencias individuales a cerca de cuánto afecta el estrés crónico a cada rata. Según la investigación, la disminución de volumen en el hipocampo de una rata en el día 3 puede predecir lo que se encogerá al final del período de estrés de 10 días. Cuanto mayor sea la contracción, peor lo harán las ratas en las pruebas de memoria mientras siguen sometidas a estrés.
“Esto resalta que la pérdida de volumen del hipocampo es un muy buen indicador de las consecuencias sobre el comportamiento posterior al mantenerse una situación de estrés prolongado” explica Chattarji. Y la pregunta que surge es si un escáner cerebral podría predecir, también en humanos, la respuesta del cerebro de cada persona al estrés a largo plazo.