Decenas de luces blancas, abajo de la marea nocturna, guían el trabajo milimétrico de catorce buzos que colectan en el agua células sexuales de coral, en el Parque Nacional Arrecifes de Xcalak, en Quintana Roo, México. Los corales son pequeños organismos, familiares lejanos de las medusas, que construyen un esqueleto duro y se reúnen en grandes colonias de millones de individuos, para formar arrecifes.
El camino de luces artificiales, bajo el agua, está en la reserva natural más cercana a la frontera con Belice. Las lámparas iluminan un trabajo delicado de hombres y mujeres que son el primer eslabón de una cadena de esfuerzos para comprender y frenar las causas de la degradación que padecen actualmente los arrecies de coral del Mar Caribe.
Tres días después de la Luna llena de agosto —que este año se registró el jueves 19—, científicos de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y el grupo de Parques Xcaret se afanan en un proyecto inédito que reúne a academia, gobierno e iniciativa privada: colectar células sexuales de coral; reproducirlos en acuarios de alta tecnología; ayudar a que se agrupen en colonias, y trasladarlos al mar para regenerar arrecifes degradados.
A lo largo del proceso se colectará información para responder varias preguntas, por ejemplo: ¿Qué tanto afecta la presencia de algas de tapete o filamentosas en la fecundidad de los corales? ¿Qué porcentaje de larvas nace de la totalidad de huevos fertilizados? ¿A qué velocidad y cuánto crecen las larvas? ¿Cuáles son las mejores condiciones de luz y los mejores sustratos para que formen colonias?
El programa cuenta con fondos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y además de su interés en la biodiversidad marina intenta evitar la merma económica que provocaría la desaparición de los arrecifes coralinos; que podría ser de más de 870 millones de dólares anuales, según la organización ambientalista World Resources Institute, con sede en Washington.
Los corales no se reproducen todo el año; tienen ciclos muy definidos. Tres noches después de la Luna llena de agosto los corales de la especie Orbicella annularis comenzaron a liberar pequeñas bolsas o paquetes celulares dentro de las cuales están sus gametos o células sexuales, que son comparables con óvulos y espermatozoides. Desde el día tres hasta el día ocho, después de la Luna llena, liberan esos gametos.
Su forma de reproducción se llama gemación y deja que el balance del agua marina rompa las bolsas microscópicas y mezcle lo masculino con lo femenino para producir diminutos huevos fertilizados. Sólo se liberan células fertilizadoras cinco noches, un par de horas, antes de la medianoche.
“Para la colecta de gametos colocamos redes cónicas invertidas. La parte más ancha la amarramos a la base del coral, se queda el cono invertido y en el extremo superior hay un vaso colector que los investigadores pueden quitar y poner para retirar los gametos. Además, hay una serie de flotadores para mantener las redes erectas”, explicó a Crónica el doctor Julio Espinoza Ávalos, líder científico del proyecto e investigador de la Unidad Chetumal de Ecosur.
El doctor Espinoza es uno de los 14 buzos que encabezan la colecta, junto con la doctora Neidy Cetz y un equipo muy especializado de investigadores y estudiantes. Nueve son de Ecosur, y otros cinco son de diferentes instituciones: Instituto Tecnológico de Chetumal; Universidad Autónoma de Yucatán (UADY); Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH); Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y Universidad de Michigan, Estados Unidos.