Expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en uno de los parapetos del Fuerte de San Diego, un área de desechos con restos de materiales de los siglos XVI al XIX, una especie de “cápsula del tiempo” que permite conocer las actividades de la fortificación.
De acuerdo con el INAH, se trata de un pozo de sondeo de un metro cuadrado en la edificación que hoy sirve de sede al Museo Histórico de Acapulco, Guerrero.
Hasta el momento, los expertos han registrado una diversidad de desechos que refieren el agitado y cosmopolita modo de vida del Acapulco de los siglos XVI al XIX, cuando el trasiego marcado por el Galeón de Manila o Nao de China, convirtió al puerto en uno de los más boyantes del Nuevo Mundo.
La excavación, destacó, ha derivado en la conformación del Proyecto de Arqueología Marítima del Puerto de Acapulco (PAMPA), a cargo de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, cuyos avances acaban de ser dados a conocer por los coordinadores de los trabajos, el doctor Roberto Junco Sánchez y el antropólogo físico Salvador Isab Estrada Apátiga, investigadores de la SAS, y el doctor Rubén Manzanilla López, de la Dirección de Salvamento Arqueológico.
El basurero colonial, excavado hace un año, se localizó en la esquina de uno de los parapetos exteriores del Fuerte de San Diego, cuyos desperdicios dan testimonio de las actividades que ahí tenían lugar.
“Fuimos de sorpresa en sorpresa porque al bajar 10 centímetros en la excavación, empezó a salir una cantidad impresionante de materiales, sobre todo huesos de animales destazados y cocinados, revueltos con fragmentos de cerámica vidriada, alisada y porcelana, escombros de aplanados, tejas y piedras”, detalló Manzanilla.
Según los análisis, se sabe que la mayoría de los materiales hallados durante la excavación forman parte de la historia del Fuerte de San Diego, de 1617 a finales del siglo XIX.
Debido a la variedad de la porcelana china hallada se prevé hacer un gran catálogo.
Además, se encontró cerámica mayólica que señala las rutas comerciales usadas por los burreros y que se extendían desde Acapulco al interior del virreinato, y viceversa, con las regiones que hoy ocupan los estados de Michoacán, Guanajuato, Puebla, Hidalgo, Jalisco y Oaxaca, siendo escasos los utensilios procedentes de la entonces capital de la Nueva España, hoy Ciudad de México.
Entre otros materiales arqueológicos recuperados destaca además una cantidad significativa de vidrio elaborado con distintas técnicas de manufactura: soplado, vidriado e industrial. La proporción de pedazos de botellas de vino indica que éste fue muy consumido al interior del fuerte.
También se recuperaron algunas balas de plomo y piedras de chispa para arma de avancarga; botones, algunos hechos en concha y hueso, y cuentas de vidrio que podrían corresponder a rosarios.
Ello llevó a considerar a este basurero como una cápsula de tiempo, de las pocas que quedan en Acapulco para comprender no sólo la ocupación del Fuerte de San Diego, sino a la población del propio puerto, de ahí que prevén otra etapa de exploración en la zona.