Los cálculos renales o ‘piedras en el riñón’ son unas masas sólidas que se producen por la cristalización de las sales minerales que se encuentran en la orina y que, una vez alcanzan cierto tamaño, pueden quedar ‘atrapadas’ o ‘incrustadas’ en los riñones o en el tracto urinario. El resultado es que estos cálculos obstruyen los conductos urinarios, por lo que los afectados pueden presentar dificultades para miccionar y, sobre todo, dolor, cuya intensidad es directamente proporcional al tamaño de la ‘piedra’. ¿Y cómo se eliminan ‘obstrucciones’? Pues en el caso en que no se logran expulsar de forma natural, se debe recurrir a la cirugía. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Chicago (EE.UU.) han hallado una forma menos agresiva de tratar, e incluso prevenir, estos cálculos renales.
Concretamente, el estudio, llevado a cabo con un modelo animal –ratones– y publicado en la revista «Journal of the American Society of Nephrology», muestra que la bacteria ‘Oxalobacter formigenes’ que vive en la flora intestinal secreta unos factores que reduce la excreción urinaria de oxalato cálcico, esto es, los cristales que componen hasta un 80% de los cálculos renales.