La designación del director ejecutivo de Exxon Mobil, Rex Tillerson, como secretario de Estado confirma la opinión de que la política del gobierno del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, será transaccional. Un cambio que beneficia a Rusia.
El próximo 19 de diciembre, el Colegio Electoral de Estados Unidos confirmará a Trump como el próximo presidente, pero cada vez es más evidente que el gran ganador de la campaña de 2016 es el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Haya o no intervenido Putin en la elección para favorecer a Trump -la CIA cree que así fue, pero el FBI no está tan seguro- hay pocas dudas de que agentes rusos hackearon tanto al Comité Nacional Demócrata (DNC) como al Comité Nacional Republicano con la intención de debilitar la confianza en el sistema electoral estadounidense.
Correos del DNC fueron divulgados a lo largo de la campaña por Wikileaks, alimentando a los medios y causando una distracción en el campo de la candidata demócrata Hillary Clinton.
El presidente Barack Obama ordenó a la comunidad de inteligencia evaluar lo que ocurrió, mientras Trump reaccionó de forma escéptica a los primeros reportes que señalan que Rusia estaba detrás de lo ocurrido y que, al menos por inferencia, lo ocurrido resultó favorable para su elección.
«Estas son las mismas personas que dijeron que (el entonces presidente de Irak) Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva», dijo en una declaración que aumentó las perspectivas de una relación antagónica con la comunidad de inteligencia.