Las ideas futuristas de Elon Musk, el fundador de Tesla, cayeron del espacio al subsuelo en menos de un año.
Tras anunciar en febrero que enviará un cohete tripulado con turistas a la Luna en 2018, ahora el magnate nacido en Sudáfrica y residente en California trabaja en una nueva idea en las entrañas de la tierra.
Se trata de un proyecto de túnel que, según Musk, atravesará grandes ciudades para solucionar los problemas de tráfico y las congestiones en las autopistas.
Será un canal magnético en el que los usuarios no necesitarán tocar el volante o pisar el acelerador: bastará colocar el auto sobre unas plataformas que lo bajarán al subsuelo, como en un ascensor, y ya ahí, lo transportarán a una velocidad de 200 kilómetros por hora.
El resultado, a ojos de Musk: cruzar Los Ángeles en cinco minutos o ir del aeropuerto de Chicago al centro de la ciudad en tres, sin congestiones, sin largas esperas, sin preocuparse por llegar tarde a ningún lugar distante.
Para parte de la comunidad científica, no, pero sí para la imaginación de Musk y de su equipo, que ya concluyeron la primera fase de pruebas en las profundidades de Space X, el laboratorio de estudios espaciales que dirige en California.
El primer chispazo de la idea apareció a finales del año pasado, cuando el promotor de la comercialización del automóvil eléctrico se quejó en un tuit de los problemas del tráfico y prometió encontrar una solución.
Sólo anunció que construiría una máquina excavadora y que comenzaría a perforar. Nada más.
Pero en abril lanzó una nueva empresa, Boring Company, y desde entonces comenzó a hacer pruebas y a diseñar posibles alternativas tecnológicas para su implementación.
A medida que pasaron los días se conocieron nuevos detalles: la idea sería excavar hasta 30 niveles de túneles debajo de las autopistas, pero con agujeros de menor tamaño y con equipamientos de perforación más económicos que los tradicionales, para abaratar costos.
La semana pasada, Musk aseguró que los trabajos de prueba realizados con la excavadora que creó con estos fines, llamada Godot, habían concluido y que próximamente el canal subterráneo estaría listo para comunicar el estacionamiento con las instalaciones de Space X.
Fuera de la prueba, los primeros tramos, en caso de realizarse, conectarían el barrio de Westwood con el aeropuerto de Los Ángeles, en California, y el centro de Chicago también con su aeropuerto internacional.
De hecho, la pasada semana Musk sostuvo conversaciones con el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, para negociar la posible construcción del túnel en esa ciudad.
Aunque la prensa local señaló que un equipo del gobierno de la ciudad viajó hasta California para entrevistarse con el inventor y discutir estrategias, tras el encuentro de finales de junio los comentarios de Emanuel fueron más conservadores.
Las dudas que rondan la idea de Musk no solo se orientan a los miles de millones de dólares que requeriría su materialización y a la necesidad de apoyo de inversores privados.
Se extienden a los riesgos que implicaría por tratarse de una tecnología no probada y, hasta el momento, descabellada.
Como en la mayor parte de las ideas del magnate, las opiniones se dividen entre quienes lo consideran un excéntrico y quienes lo ven como un visionario.