Estudiantes mexicanos de doctorados en la Universidad de Harvard, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en las universidades de Yale, Columbia y otras instituciones del extranjero crearon el proyecto Clubes de Ciencia México, para realizar proyectos de investigación en verano con estudiantes de preparatoria y licenciatura en siete ciudades de este país: Chihuahua, Ensenada, Guanajuato, Mérida, Monterrey, Oaxaca y Xalapa.
El proyecto se puso en marcha en 2014. Hasta la fecha ya suman más de 300 instructores y al concluir 2016 ya habían trabajado con 2 mil 200 jóvenes estudiantes de preparatoria y licenciatura en proyectos donde han abordado temas como la genómica del cáncer, inteligencia artificial y computación para biología molecular.
El corazón del programa es aumentar el número de jóvenes que decide dedicarse a la ciencia en México.
“Somos un grupo de amigos que tuvimos la idea de hacer algo por la educación en México y pensamos que una manera de hacerlo era compartiendo un poco del conocimiento que nosotros hemos adquirido en Estados Unidos, al estar en contacto con un montón de recursos de infraestructura, pláticas y de poder ver lo más moderno de lo moderno”, explica Rogelio Hernández López, estudiante del Departamento de Biología Celular y Molecular en la Universidad de Harvard y cofundador del proyecto.
En sus primeros tres años de trabajo este esfuerzo ya ha recibido reconocimientos de la escuela de educación y negocios de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
“Nos juntamos varios amigos que estamos viviendo en Boston, muchos becarios de la Fundación México en Harvard y además varios científicos de otras universidades como MIT o las Universidades de Columbia y Yale. Nos reunimos en una casa y pensamos juntos ¿Qué podemos hacer para ayudar a México? Y decidimos crear estos clubes de ciencia”, indica Adrian Jinich Garza, también cofundador de los Clubes de Ciencias y estudiante del Departamento de Sistemas Biológicos en Harvard.
La propuesta busca crear y mantener un vínculo entre los jóvenes mexicanos y la enorme población de jóvenes investigadores, científicos, ingenieros y emprendedores que se encuentran realizando investigación de frontera y que están en continuo contacto con los avances más recientes en sus respectivos campos.
“Cuando inicias en la ciencia, de alguna manera quieres compartir lo que tú aprendes y hacer que otras personas puedan pasar por la misma experiencia. Yo este año es el primer año que participo, conocí a los organizadores y son personas muy entusiastas que repentinamente organizaron un grupo. Esto será muy importante para que en México se generen personas más capacitadas que puedan resolver problemas tanto en el campo como en la industria”, opina Eduardo Martínez Martínez, investigador de Posgrado en la Escuela de Medicina de Harvard.
Al organizar los clubes en las diferentes ciudades mexicanas, los becarios y posgraduados mexicanos en el extranjero invierten recursos propios, pero también cuentan ya con apoyo de algunos gobiernos estatales y de algunas universidades, institutos y preparatorias del interior de la república.
“Creo que hay dos vertientes de estos Clubes: una vertiente es que la gente que va a tomar el Club de Ciencia, se ponga las pilas y luego ellos den un Club, por sí mismos. La otra vertiente es que nosotros también tenemos un rol de ver qué estudiantes son buenos y cómo les podemos ayudar y cómo podemos hacer que sigan adelante, por lo menos en el campo que nosotros conocemos, que es el de la investigación”, dice Roberto Olivares Amaya, del Departamento de Química en la Universidad de Princeton.
“En México, en primera se necesitan mucho más investigadores; en segunda, se necesita promover más la investigación y aunque no todos los que acudan a un Club de Ciencias se van a dedicar a la investigación, la idea es impartir buenos conocimientos y que algo de eso se quede plasmado”, añade Olivares Amaya.
En México hay poco más de 27 mil científicos que forman el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) si a ese grupo de élite se añadieran otros investigadores que trabajan por su cuenta en instituciones o industrias, el número difícilmente llegaría a 100 mil científicos profesionales, lo que es muy poco para un país de más de 122 millones de mexicanos. Esto significaría que hay menos de 80 científicos por cada 100 mil habitantes.
“Necesitamos crecer la organización, pero de una manera muy pensada y muy ordenada, involucrar a toda la gente. Realmente que todos estén convencidos de que un proyecto en ciencia para jóvenes sería algo que va a mover muchísimas cosas en México”, agrega Rogelio Hernández López.
En su arranque, los cursos han servido para que los jóvenes realicen proyectos cortos en grandes campos del conocimiento como Ciencias atmosféricas y de la tierra; Tecnologías solares; Sustentabilidad energética, Nanotecnología y Biotecnología. Desde su origen se busca que estos cursos sean gratuitos, dinámicos y orientados a la realización de proyectos.
De este modo, en las siete ciudades mexicanas, con apoyo de laboratorios escolares, información disponible a través de medios digitales, pero sobre todo con la guía de los becarios en el extranjero, se presenta una imagen real de cómo se trabaja en los grandes laboratorios del mundo y cómo es la vida de un científico.
“Son cosas que, cuando tú cursaste la licenciatura dices: ¡Ah! Me hubiera gustado saber de esto o por qué no me explicaron esto”, dice Benjamín Sánchez Lengeling, de la Universidad de California Berkeley.
En los talleres de verano de este año se presentaron técnicas que actualmente están revolucionando la salud y la comprensión más profunda del cuerpo humano. Un ejemplo es lo que hizo Israel Pichardo Casas, estudiante de postdoctorado en la Escuela de Medicina de Harvard.
“Yo estoy participando en el Club de Ciencias como un instructor, en particular, dando un taller que es sobre la metodología de biología molecular que es la Reacción en Cadena de la Polimerasa o PCR. Lo hago porque creo que es súper necesario para los chavos de hoy en día, y en particular en México, donde se requiere dar el salto para tener masa crítica de personas bien preparadas”, dice Pichardo Casas.
Lo propio le tocó hacer también en el campo de la salud a Alejandro Quiroz Zárate, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, quien explicó a estudiantes de licenciatura y preparatoria algunos procesos de medicina genómica.
“Yo quise dar un Club de Ciencias que trajera o le llamara la atención a los chavos sobre cómo manipular datos genómicos”, informó.
Minimoocs. El próximo viernes, 25 de agosto, el equipo de CdeCMx presentará en el Museo de Ciencias Universum, de la UNAM, en la Ciudad de México, la rama más nueva de su proyecto educativo: los Mini Cursos en línea Clubes de Ciencia México, que ellos han llamado MiniMOOCs por el acrónimo en inglés de Massive Open Online Courses. Se trata de una plataforma en internet diseñada para compartir el conocimiento científico mediante cursos cortos.
En el diseño se busca que estos cursos permitan a los jóvenes que se conectan a la plataforma trabajen su propio espacio, sin importar dónde estén. La idea también busca que cada vez más estudiantes de posgrado transformen sus ideas y conocimiento en minicursos en línea.
La plataforma aspira a construir una comunidad a través de la educación y el conocimiento científico para contribuir a vivir en un mundo más limpio, saludable y sustentable.