Hace unos 110 millones de años, en Puebla, en lo que en la actualidad es una zona desértica de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, había una playa que era visitada por pterosaurios (reptiles con alas).
Así lo confirman las 169 huellas de ese tipo de dinosaurios encontradas en un muro de arenisca que se levanta en medio de una región rica en cactáceas fósiles y animales como el tejón o el venado de cola blanca.
La pared se halla junto al lecho de un arroyo efímero, llamado por los habitantes del lugar “río seco”, que es tributario del río Zapotitlán, y quedó al descubierto gracias a la erosión causada por las lluvias torrenciales típicas de los desiertos.
De acuerdo con estudios realizados por el secretario académico del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, de la UNAM, Raúl Gío-Argáez, junto con la profesora Catalina Gómez Espinosa y un grupo de estudiantes de biología, en San Juan Raya, ese muro es casi una fotografía de un evento acontecido hace más de un siglo.
Algunas de las huellas grabadas en piedra son de cocodrilos del Cretácico Inferior en plena caza, otras son de tortugas que deambulaban por el lugar y las últimas son de pterosaurios, que en algún momento llegaron y se aparearon en el territorio mexicano.
En ese tiempo las condiciones eran distintas; gran parte de la superficie de la zona estaba sumergida en aguas tropicales; las cálidas olas golpeaban zonas actualmente enclavadas a cientos de kilómetros del mar y muchas regiones hoy desérticas, eran playas.
Ahora, el clima, que apenas permite la agricultura nómada de temporal, ha hecho que algunos habitantes de ese poblado se hayan especializado en ofrecer recorridos ecoturísticos y en llevar a los forasteros tras los pasos de los dinosaurios, práctica que los ha vuelto expertos en detectar huellas.
“Hasta hace poco había quienes decían que en México no hubo pterosaurios, y lo que se descubrió en Puebla contradice esa postura. Este hallazgo desmiente muchas cosas y, lo más alentador, es que nos sugiere muchas más.
Esperemos a ver qué pasa, a lo mejor estas huellas de reptiles voladores sean tan importantes como las que aquel dinosaurio de Michoacán dejó algún día en el lodo. Sólo el tiempo lo dirá”, señaló Gómez Espinosa.
San Juan Raya cuenta con un museo en el que se exhiben fósiles de invertebrados que alguna vez vivieron en la región y con un programa de ecoturismo paleontológico.
Entre las huellas de vertebrados hay rastros de pisadas de pterosuarios o reptiles voladores, de cocodrilos, de tortugas y una de dinosaurio terópodo.
A unos 50 metros del lugar se encontraron entre los estratos troncos reemplazados por sílice de aproximadamente 20 centímetros de diámetro y de un metro de largo. Su posición sugiere que fueron arrastrados por una tormenta y transportados hacia una zona marina marginal, indica el artículo “Huellas y rastros fósiles” en la revista universitaria ¿Cómo ves?
En ese lugar, a principios del siglo XIX se aventuraron dos naturalistas belgas apellidados Nyst y Galeotti, quienes dieron a conocer en 1836 de manera formal los primeros fósiles de caracoles marinos.
Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XX que geólogos y paleontólogos mexicanos iniciaron estudios de la fauna de invertebrados que habitó este lugar hace 110 millones de años, durante el Cretácico temprano.
La Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, la más grande del centro-sur del país, es una joya natural de México, donde converge una riqueza biológica, geológica, cultural e histórica que podría ser declarada el año próximo como Patrimonio Mixto de la Humanidad.
Esta zona involucra esta área natural protegida, sitios arqueológicos y atributos considerados de valor universal excepcional, que cuenta con 490 mil 186 hectáreas, declarada así con el objetivo de preservar la biodiversidad de la región, así como propiciar procesos que permitan el desarrollo sustentable de las comunidades ahí asentadas, según el Programa de Manejo de la Reserva.
El área es un punto de referencia para turistas, investigadores y todo aquel interesado en conocer este espacio de conservación, ya que no se puede hacer un uso inadecuado ni de bienes materiales ni de los naturales.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la superficie nominada es de 145 mil 255.20 hectáreas, localizadas dentro de esta zona, que se ubica en la región Centro y Eje Neovolcánico.
La reserva abarca en su totalidad 51 municipios, tanto de Puebla como de Oaxaca, en la cual las poblaciones indígenas viven en perfecta adaptación a su entorno y donde se preservan los usos tradicionales.
De Puebla se incluyen 20 municipios, entre ellos Tehuacán, Zapotitlán Salinas, Tecamachalco y Tlacotepec de Benito Juárez, en la región sureste de esta entidad, y de Oaxaca, 31, al noroeste, en la zona de confluencia de las regiones Neártica y Neotropical.
La Neártica abarca el centro y norte de México; las zonas templadas y frías de las sierras Madre Oriental y Occidental, y las volcánicas del centro del país. Sus principales ecosistemas son: matorrales desérticos, chaparral, pastizal, matorrales semiáridos, bosques templados y matorrales asociados.
La región Neotropical en México comprende las tierras bajas cálido-húmedas o subhúmedas, así como algunas partes altas de las sierras de Chiapas y la Madre del Sur.
Los ecosistemas fundamentales de la reserva son: selvas altas y medianas, selvas bajas o bosques y matorrales asociados, bosques de niebla o mésofilos, bosques templados y matorrales asociados del sur del país; ecosistemas costeros tropicales y vegetación sabanoide.
En la parte poblana predominan los ecosistemas áridos con cactáceas columnares, las cuales se pueden observar en el Jardín Botánico Comunitario Helia Bravo Hollis, en donde hay cabañas ecológicas. Este sitio cuenta con guía de turismo, spa, sala de juntas, tienda de artesanías y estacionamiento.
Debido a su evolución biológica, esta reserva presenta una gran variedad de ecosistemas, que van de los áridos y semiáridos a los templados húmedos, comprendiendo nueve tipos de vegetación, lo que ha favorecido el desarrollo de una rica flora, con cerca de dos mil 700 especies identificadas hasta el momento.
El 11 por ciento de la flora que existe en esta región es endémica, destacando las cactáceas (tetechos, viejitos, candelabros y pitayos) y cycadas. El matorral semidesértico contrasta con las selvas bajas caducifolias (hojas caedizas) y los bosques de pino, encino y juníperos.
Aquí habitan aproximadamente 10 por ciento de las 30 mil especies de plantas vasculares encontradas en México, de acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
En el lugar existen 24 especies de chinches, 18 de peces, 25 de anfibios, 78 de reptiles, 336 de aves; así como 131 especies de mamíferos, de las que 11 son endémicas y 20 se encuentran catalogadas en riesgo.
Comparado con otros estados del país y con otras áreas naturales con ecosistemas similares, el Valle de Tehuacán-Cuicatlán ocupa el primer lugar en diversidad de flora, con dos mil 686 especies, de las que 365 de las plantas vasculares son endémicas (13.6 por ciento), de las cuales 82 por ciento se han registrado dentro de los límites de la reserva.
En la población de Zapotitlán Salinas se puede admirar la parroquia de San Martín, una de las más antiguas de la región, el templo de los Reyes Magos y el templo de San Francisco. En la zona se elaboran artesanías de barro bruñido.
También en la Cueva del Maíz en Coxcatlán, en el Valle de Tehuacán, se localizó el maíz fósil más antiguo de Mesoamérica; y el cerro Cuthá, con la tumba del gobernante Xapotl, según el sitio oficial del estado Puebla es mi Destino.
En la pequeña población de San Juan Raya se puede visitar el Santuario de cactáceas gigantes, en el Museo Comunitario Paleontológico y el Parque de Turritelas, donde hay fósiles marinos con 100 millones de años de antigüedad, como moluscos, amonites o estrellas de mar, y el Museo Paleontológico, donde existen fósiles de reptiles. Destacan actividades como la exploración en busca de fósiles y con servicio de alojamiento.
Gran parte de la reserva se puede recorrer y disfrutar utilizando la súper carretera Cuacnopalan-Oaxaca, la carretera federal 150 Puebla-Tehuacán, la 135 Tehuacán- Oaxaca y la 125 Tehuacán-Huajuapan de León, Oaxaca.
Los antecedentes de conservación de la región de Tehuacán-Cuicatlán se registran desde 1995, cuando el gobierno del Estado de Puebla declaró como Zonas Sujetas a Conservación Ecológica las regiones conocidas como Valle de Zapotitlán y el Filo de Tierra Colorada.
Dada la importancia ecológica de la región, investigadores de diversas instituciones de la UNAM y de la UAM, los gobiernos de Puebla y Oaxaca, además de varias organizaciones de la sociedad civil impulsaron el establecimiento de un Área Natural Protegida con el carácter de Reserva de la Biosfera, lo cual se oficializó el 18 de septiembre de 1998.
Desde entonces se han ido agregando municipios y modificando la conformación hasta llegar a lo que hoy se conoce como Valle de Tehuacán-Cuicatlán, donde se ubica la reserva, en cuya área hay 132 núcleos agrarios, de los que 50 por ciento es la superficie es de propiedad comunal; 26 por ciento, ejidal; ocho por ciento, ambos tipos de tenencia, y 16 por ciento, indefinición agraria a pequeña propiedad.
Esos núcleos están habitados por unas 35 mil personas, además de que 600 mil residen en su zona de influencia. Desde tiempos inmemoriales, en esa vasta región predominan ocho grupos étnicos: chocholtecos, ixcatecos, nahuas, popolocas, chinantecos, cuicatecos, mazatecos y mixtecos.
A casi 19 años del decreto del Valle de Tehuacán-Cuicatlán como Área Natural Protegida, se ha logrado salvaguardar su riqueza biológica y cultural, lo que ha requerido la suma de esfuerzos institucionales con ejidos, comunidades, ayuntamientos y los gobiernos de Oaxaca y Puebla; además de las distintas dependencias a nivel federal.
En los últimos seis años, investigadores de la UNAM, el CIIDIR-Oaxaca, el INECOL, ITVO y la BUAP han monitoreado especies como la guacamaya verde, la nutria de río, la palma real; entre otras especies de flora, anfibios, reptiles y mamíferos.
El 7 de julio de 2017, durante la 41 sesión del Comité de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se discutió la nominación de este sitio.
Debido a una enmienda presentada por la delegación de Cuba, apoyada por varios Estados Parte del Comité, se determinó devolver la propuesta al Gobierno de México, para atender las recomendaciones y aclaraciones planteadas en esta reunión.
El expediente enriquecido se discutirá durante la 42 sesión del Comité de Patrimonio Mundial en junio-julio de 2018, con el fin de incorporar esta zona como Bien Mixto de Patrimonio Mundial.
La superficie nominada es de 145 mil 255.20 hectáreas y se localiza dentro de la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán. Este sitio, único en el planeta, está entre los estados de Puebla y Oaxaca. Es el Jardín Botánico Helia Bravo Hollis, San Juan Raya y el Cerro Cuthá, en el municipio de Zapotitlán Salinas.
En México hay un total de 182 áreas naturales protegidas decretadas, 45 son reservas de la biosfera, 40 áreas de protección de flora y fauna, ocho áreas de protección de recursos naturales, 66 parques nacionales, 18 santuarios y cinco monumentos naturales.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas administra actualmente las 182 áreas naturales de carácter federal, que representan 90 millones 839 mil 521.55 hectáreas y apoya 384 áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación, con una superficie de 413 mil 103 hectáreas.