El cineasta Guillermo del Toro ha conquistado la Mostra de Venecia. Ha hecho lo que ningún otro mexicano de nacimiento ha hecho y ha sido, al mismo tiempo, con un triunfo a la monstruosidad y la fantasía: “La forma del agua”.
“Es un arrebatador romance ambientado en los 60, dulce, triste y sexy”, dijo el crítico Xan Brooks (The Guardian); “Inundada de placeres constantemente sorprendentes, Guillermo del Toro despliega puro encantamiento”, aseguró David Rooney (The Hollywood Reporter); “Magistral fábula de ciencia ficción con mensaje político encubierto”, apuntó Álex Vicente (El País), son algunos de los halagos que ha recibido La forma del agua.
“Tengo 52 años, peso 130 kilos y he rodado 10 películas. Pero hay un momento en la vida de todo narrador en que lo pones todo en riesgo para hacer algo diferente”, expresó Guillermo del Toro al recibir el codiciado León de Oro de la edición 74 de la Mostra de Venecia, el festival de cine más antiguo del mundo, junto con Cannes y Berlín, los más importantes de la industria. “Creo en la vida, en el amor y en el cine”, añadió.
La cinta del tapatío fue una de las más ovacionadas del certamen y junto a Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, del director británico Martin McDonagh, figuraba como una de las favoritas.
La forma del agua (The Shape of Water) es una fábula de ciencia ficción en la cual brilla una importante historia de amor. El de Eliza, una limpiadora muda, que trabaja en una sede de investigación del gobierno de Estados Unidos en 1962, con un monstruo marino, un “ente” como le gusta llamarlo a Del Toro.
Protagonizada por Sally Hawkins, Michael Shannon, Richard Jenkins y Octavia Spencer, la cinta muestra la estética de cuento y estilo fantástico de Del Toro envueltos por una perfecta ambientación en la que está cuidado hasta el más mínimo detalle.
Éste es el principal logro en la carrera del cineasta mexicano, que forma parte de la generación de oro del cine nacional junto a Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu.
Antes del León de Oro, Guillermo del Toro recibió el Premio de la Crítica en Cannes con su filme debut Cronos (1992); más tarde un Goya al mejor guion por El laberinto del fauno (2006), además de algunas nominaciones al Oscar. “Voy a llamar a este premio Sergio Leone”, dijo el cineasta tapatío bromeando.
Éste parece ser el año de Guillermo del Toro con una cinta más trascendental, que además cumple el pacto que cuando era niño hizo con los monstruos y las hormigas que vivían en su habitación, a quienes prometió dedicar su vida a cambio de que no le hicieran daño. “En esta película (La forma del agua), hay más de mí que en cualquier otra. La mayoría de las veces, en El laberinto de fauno o en El espinazo del diablo, hablo de mi infancia. Aquí estoy hablando de mis preocupaciones como adulto”, dijo.
“Este premio se lo dedico a cualquier director mexicano o latinoamericano que sueñe con rodar algo en el género fantástico como parábola y esté enfrentado a alguien que le dice que eso no se puede hacer. Sí se puede”, afirmó el director. “Si te mantienes puro y sigues creyendo en lo que sea que crees, en mi caso, los monstruos, todo irá bien”, dijo en la ceremonia de premiación notablemente emocionado y con voz entrecortada.
En la película se percibe un paralelismo indisimulado entre los tiempos de la Guerra Fría y la actualidad estadunidense que tiene a Donald Trump como su presidente, que Del Toro no negó. “El cine fantástico es un género político. En este momento, nuestra primera acción política debería ser escoger el amor por encima del miedo. Vivimos en tiempos en que el amor y el cinismo son usados de forma penetrante y persuasiva. Nuestra primera misión cuando nos levantamos tiene que ser creer en el amor”, había explicado Del Toro a principios del festival.
Cabe señalar que ésta es la tercera vez que un hispano se lleva el León de Oro. La primera vez fue el español (entonces ya nacionalizado mexicano) Luis Buñuel por Belle de jour, en 1967, y la segunda el venezolano Lorenzo Vigas, por Desde allá, en 2015.
Este año, el Festival de Cine de Venecia otorgó El Gran Premio del Jurado a la tragedia familiar Foxtrot, del israelí Samuel Maoz; mientras que el francés Xavier Legrand fue reconocido como el mejor director por su drama conyugal Jusqu’a la Garde. La inglesa Charlotte Rampling recibió el premio a mejor actriz por su papel en la película italiana Hannah, mientras que el palestino Kamel El Basha se llevó el galardón al mejor actor por su rol en L’insulte.