El alga espirulina (Spirulina maxima) ha sido consumida en México desde que los mexicas habitaban Tenochtitlán, donde la colectaban de la superficie del Lago de Texcoco y la comían de forma habitual, al grado que la llamaron “tecuitlatl”.
Se trata de una cianobacteria rica en proteínas que tiene forma espiral y es azul verdosa por el contenido de clorofila (le da el tono verde) y de ficocianina, pigmento que le brinda el color azulado y que actualmente es muy cotizado en la industria alimentaria, pero sobre todo en la cosmética pues la tonalidad no se encuentra en otros productos.
Ante esa perspectiva el Instituto de Ecología (Centro Conacyt) y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, así como la Universidad de Swansea del Reino Unido y la empresa Membranology de ese país, trabajan de forma conjunta para producir ficocianina a partir del cultivo de la espirulina. El proyecto es financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Newton Fund, entidad que a su vez es auspiciada por Innovate UK, agencia del gobierno británico especializada en innovación que se encarga de apoyar y financiar desarrollos científicos y tecnológicos de alto impacto.
El proyecto inició a finales de 2016 y tiene como objetivo cultivar la microalga en condiciones muy especiales para inducir altas concentraciones de ficocianina, pigmento de alto valor comercial, explica la líder del proyecto por parte de México, doctora Eugenia Olguín Palacios.
“La espirulina se cultiva en varios países y se vende entre 10 y 20 dólares por kilo, pero si se aísla el pigmento, el costo puede subir unas mil veces. En México estamos desarrollando las condiciones óptimas del cultivo, especialmente respecto al tipo de medio de cultivo, tipo de reactores y tipo de inducción del pigmento”, puntualiza la integrante de la Red de Manejo Biotecnológico de Recursos de Inecol.
Explica que en esta institución se ha implementado una planta piloto para el cultivo de microalgas, en la que se utilizan diferentes reactores que permiten manejar importantes volúmenes de producción.
Para lograrlo han efectuado métodos no convencionales, con los que además se busca que el cultivo tenga un precio competitivo y pueda participar en el mercado internacional.
“El contrato indica que vamos a patentar de manera conjunta todos los integrantes del proyecto. Debemos concluir en 2018”, detalla la doctora en ingeniería bioquímica.
El proyecto compitió con otras 44 propuestas que igualmente pretendían la aprobación de Conacyt, entidad que finalmente eligió a cinco. El siguiente paso fue participar en talleres impartidos por Innovate UK, a través de Newton Fund, donde los científicos mexicanos conocieron a colegas de la Universidad de Swansea y a través de ellos a la empresa que ha desarrollado métodos novedosos de cosecha de microalgas.
Si bien México cuenta con algunos grupos de investigación, el cultivo de manera industrial de cianobacterias es nulo, a diferencia de otros países europeos e incluso en EU.