La mexicana sumó el domingo su octavo título de US Open, el séptimo consecutivo, y se consolidó como la rival más fuerte de ese Grand Slam, que se disputó en Minnesota.
“Una presión mayor al llegar como favorita, pero que ahora puedo manejar con mi psicóloga, sobre todo después de que sufrí la derrota que interrumpió mi récord de invicta me liberé de esa presión”, cuenta la potosina; “aprendí a convivir con esa posibilidad y ahora disfruto más mi trabajo, aunque sé que todos esperan que refrende mi título”.
Paola ya no se obsesiona con los números que va dejando en estela, 85 título en su carrera, ocho temporadas como número uno -un récord dentro de la gira de raquetbol profesional de mujeres-, pero sabe que por el momento todas entrenan para vencerla.
“Los nombres van cambiando, llegan nuevas jugadoras cuyo nivel ha crecido y ahora disputan los primeros lugares de la clasificación”. Una de ellas, la guatemalteca Gabriela Martínez, número 16 del ranking, fue su pareja en la final de dobles que conquistó también en el US Open, en sustitución de su mancuerna habitual, la mexicana Samantha Salas, ausente por lesión.
“Siempre es mejor que tu pareja sea una compatriota, pero es hay jugadoras de gran nivel esperando una oportunidad. Gaby me decía que le daba muchos nervios jugar como pareja de la número uno, pero lo hizo de manera espectacular y lo logramos”.
