¿Es posible escapar del tiempo, de lo efímero? Respecto de esta interrogante se reflexiona en el texto dramatizado escrito por el reconocido historiador Miguel León-Portilla, titulado “La huida de Quetzalcóatl”, que será puesto en escena por la arquitecta, escenógrafa y vestuarista Mónica Raya.
El estreno se efectuará este viernes en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Se trata de lo que para algunos especialistas es la primera y única obra de teatro escrita por Léon-Portilla. No obstante, de acuerdo con la creadora escénica, no es propiamente una obra de teatro como convencionalmente se conoce. Más bien es una «disertación filosófica dialogada», cuya densidad reflexiva no se puede aligerar con el propósito de que al público le sea entretenida o divertida.
La huida de Quetzalcóatl fue escrita cuando el hoy maestro emérito de la UNAM tenía 29 años de edad y fue publicada en 2001. El texto se refiere al mito que rodea la partida de Ce Ácatl Topiltzin-Quetzalcóatl, sacerdote y gobernante de Tula, a quien se recuerda como el gran protector e impulsor de las artes, la arquitectura, la orfebrería y la cerámica, «uno de los personajes históricos más ambiguos y contradictorios de Mesoamérica, especie de héroe espiritual y cultural».
La propuesta escénica, adelanta Raya en entrevista con La Jornada, es resultado de una amplia investigación interdisciplinaria en la que contribuyeron varios especialistas y creadores, y en la que se hace un planteamiento filosófico alusivo al tiempo.
El montaje «requirió cerca de un año de preparación documental y más de 300 horas de ensayos, pruebas y reuniones de trabajo. Es resultado de una creación escénica arriesgada, dado que las fuentes originales son variadas y contradictorias», explica Mónica Raya. «En ese sentido, junto con el texto de León Portilla, se podría hablar de una investigación artística en escena, una reflexión filosófica en acción».
En la narrativa de León-Portilla, Ce Ácatl Topiltzin, como sacerdote y gobernante, es obligado a ver su propio rostro en un espejo. Al percatarse de su avejentado aspecto, se angustia, desespera y rebela. Ve no a un joven que pensaba que su cultura podía perdurar eternamente, sino a un anciano cacarizo y sin dientes, condenado a envejecer y morir.
Para Mónica Raya esa rebeldía frente a lo efímero y fugaz, marca al protagonista, quien así emprende un periplo que lo llevará a míticos lugares. Esa rebeldía frente a la muerte, conlleva la cuestión de si es posible escapar del tiempo, explica la también directora.
La interpretación que se da «es la de un personaje cuántico, que sabe que puede vivir en otro tiempo, en un tiempo paralelo. Él encuentra la manera de desencarnar, a través de la hoguera de la inmolación, y de regresar a su condición de ser polvo de estrellas, lo cual en esencia eso somos todos».
Eso es lo que para nosotros, afirma Raya, “propone la disertación filosófica dialogada del maestro León-Portilla, con la cual nos revela una parte del pensamiento filosófico náhuatl. Para mí la relación con el conocimiento cuántico de hoy es obvia. Aquí hay un ser humano que dice: ‘yo tengo que escapar de esta existencia y tiene que ser a través de la muerte, pero después de la muerte puedo continuar en otro tiempo que no es éste’. Eso es lo que está en la obra del joven de 29 años, que hoy reconocemos como Miguel León-Portilla. Lo que me parece es una deslumbrante reflexión: cuando hoy se habla de mecánica cuántica, el personaje ya la intuye”.
En los diálogos de la obra, en todo momento se discute sobre el tiempo, la muerte y la permanencia de una cultura, añade Raya. «Aquí se escuchan los argumentos de dos posturas muy claras: una muy existencialista, del hay que vivir el aquí y el ahora, y la del personaje que se rebela contra eso».
Del texto original, apunta Mónica Raya, se eliminaron reiteraciones y redistribuyeron parlamentos para que la discusión filosófica sea más dinámica; fuera de eso, el contenido esencial del texto está intacto.
El propio León-Portilla definió la línea estética del vestuario de la puesta en escena, pues solicitó trabajar con base en el Códice Borbónico, cuyos facsímiles se consultaron en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Sin embargo, la directora de escena extendió sus investigaciones, particularmente en cuanto a los atavíos, a otros códices y fuentes.
En el montaje, concluye Mónica Raya, «no hay elementos realistas o representativos. No hay una pirámide o templo como tal, sino un ejercicio arquitectónico geométrico que representa la Toltecáyotl. En el caso de los personajes fuimos muy cuidadosos de quitarles cualquier apariencia contemporánea y los atavíos responden a la lógica de la cosmovisión prehispánica».
Con un elenco de 13 creadores escénicos, entre actores, bailarines y acróbatas, La huida de Quetzalcóaltl contó con la participación de más de 160 personas, entre egresados, investigadores, académicos y trabajadores de la UNAM.
El proyecto se desarrolló gracias al apoyo de las facultades de Filosofía y Letras y de Arquitectura, así como CulturaUNAM, por conducto de la Dirección de Teatro.
“La huida de Quetzalcóaltl” se escenificará del 20 de octubre al 10 de diciembre. Funciones: jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario (Insurgentes Sur 3000).