Nueva teoría sobre la formación de los océanos

Una sutil combinación de gases en explosión podría estar en el origen de muchos océanos de mundos extraterrestres. El hidrógeno y el oxígeno atmosféricos, en efecto, pueden entrar en ignición de forma espontánea, dejando tras de sí una cantidad de agua suficiente, incluso, para llenar océanos enteros en la superficie de un planeta.

A esa extraordinaria conclusión ha llegado un equipo de investigadores liderados por John Lee Grenfell, del Centro Aerospacial Alemán en Berlín, cuyos cálculos detallan cómo exactamente el oxígeno puede acumularse en la atmósfera de un exoplaneta y combinarse con hidrógeno para crear agua. Los investigadores, cuyo trabajo acaba de publicarse en arXiv.org, hallaron que, si se dan temperaturas lo suficientemente altas, la combinación de ambos gases podría incendiarse, o explotar, iluminando el cielo del planeta con una descomunal bola de fuego.

Los mundos rocosos en órbita de enanas rojas, como son Próxima b o los planetas alrededor de la estrella TRAPPIST 1, suelen tener atmósferas muy ricas en hidrógeno, un gas que la propia gravedad del planeta atrae desde el disco de polvo y gas que rodea su estrella. Si además existe alguna forma de que se genere y acumule oxígeno, como sucede con los rayos solares, que dividen las moléculas de agua o hielo en la superficie, entonces se produce un pequeño estallido de energía capaz de hacer que toda la atmósfera se encienda.

En medio de esta explosión de calor, luz y sonido, el oxígeno y el hidrógeno se combinarían en el cielo para formar agua, que caería en enormes cantidades sobre la superficie del planeta. «Pero no sería como la lluvia de la Tierra -explica Grenfell- donde las gotas de condensación se forman gradualmente en la atmósfera. Sería una lluvia de agua mucho más rápida. Según cual sea la temperatura reinante, el agua podría formar enormes columnas de vapor, o derramarse como si se tratara de un gigantesco cubo que se vaciara de golpe desde el cielo».

Ampliada millones de veces, esa misma reacción en la atmósfera de un planeta podría formar océanos en la superficie a una velocidad pasmosa. Y como toda la vida que conocemos necesita agua, esa circunstancia podría mejorar sensiblemente las condiciones de habitabilidad de muchos mundos rocosos.