El otoño pasado, el mundo se entusiasmó con el descubrimiento de un planeta extrasolar llamado Ross 128 b, que se encuentra a solo 11 años luz de la Tierra. Este mundo parecía muy prometedor por tener una masa comparable a la de nuestro planeta y girar en torno a una estrella enana roja caracterizada por su estabilidad. ¿Podría ser un gemelo de la Tierra?
Para saberlo, un equipo internacional de investigadoers ha determinado por primera vezla química de su estrella anfitriona, Ross 128. Comprender qué elementos están presentes en una estrella y en qué abundancia puede ayudar a los investigadores a estimar la composición de los exoplanetas que las orbitan, lo que les permite predecir cuán similares son a la Tierra.
Al igual que Ross 128, alrededor del 70 % de todas las estrellas de la Vía Láctea son enanas rojas, que son mucho más frías y más pequeñas que nuestro Sol. Y los astrónomos estiman que muchas de ellas albergan al menos un mundo a su alrededor. Varios sistemas planetarios con enanas rojas han sido noticia en los últimos años, incluyendo Próxima b, un planeta que orbita la estrella más cercana a nuestro propio Sol, Proxima Centauri, y los siete planetas de TRAPPIST-1, que no es mucho más grande que el Júpiter de nuestro Sistema Solar.
Utilizando el instrumento espectroscópico APOGEE del Sloan Digital Sky Survey, el equipo midió la luz infrarroja cercana de la estrella para determinar abundancias de carbono, oxígeno, magnesio, aluminio, potasio, calcio, titanio y hierro. «La capacidad de APOGEE para medir la luz infrarroja cercana, donde Ross 128 es más brillante, fue clave para este estudio», explica Johanna Teske, de la institución científica Carnegie. «Nos permitió abordar algunas preguntas fundamentales acerca de la ‘semejanza terrestre’ de Ross 128 b», añade.
Cuando las estrellas son jóvenes, están rodeadas por un disco de gas y polvo en rotación a partir del cual se forman los planetas rocosos. La química de la estrella puede influir en el contenido del disco, así como en la mineralogía y la estructura interior del planeta resultante. Por ejemplo, la cantidad de magnesio, hierro y silicio en un planeta controlará la masa de su núcleo interno y las capas del manto.
El equipo determinó que Ross 128 tiene niveles de hierro similares a los de nuestro Sol. Aunque no fueron capaces de medir su abundancia de silicio, la relación de hierro a magnesio en la estrella indica que el núcleo de Ross 128 b debería ser más grande que el de la Tierra.
Como conocían la masa mínima de Ross 128b y las abundancias estelares, el equipo también pudo estimar un rango para el radio del planeta, que no es posible medir directamente debido a la orientación de la órbita del planeta alrededor de la estrella.
Conocer la masa y el radio de un planeta es importante para comprender de qué está hecho, ya que estas dos medidas se pueden usar para calcular su densidad aparente. Además, al cuantificar los planetas de esta manera, los astrónomos se han dado cuenta de que los planetas con radios mayores a 1,7 veces el de la Tierra probablemente estén rodeados por una envoltura gaseosa, como Neptuno, y aquellos con radios más pequeños sean más rocosos, como lo es nuestro propio planeta natal.