Ayer se inauguró la exposición Emiliano. Zapata después de Zapata en el Palacio de Bellas Artes. La muestra, que reúne más de 140 piezas, ofrece una visión panorámica de cómo a partir de su asesinato, acontecido el 10 de abril de 1919, el Caudillo del Sur ha reaparecido con diferentes rostros para abanderar diferentes causas, señaló el curador Luis Vargas Santiago en conferencia de prensa.
La muestra que permanecerá abierta al público hasta el 16 de febrero del 2020, exhibe una copia del plan de Ayala realizada en 1912, el revólver, gasné y sombrero que portaba el Caudillo el día de su asesinato, junto a obras de más de 70 artistas como Agustín Víctor Casasola, Ernesto García Cabral, José Clemente Orozco, José Guadalupe Posadas, David Alfaro Siqueiros, Miguel Covarrubias, Fermín Revueltas, Diego Rivera y Graciela Iturbide, entre otros.
“Zapata es un líder campesino que en la Revolución fue creciendo y ampliando su visión, así como la capacidad de su movimiento para englobar otras luchas. El Caudillo del Sur tiene que ver con ideales muy específicos: con la defensa del territorio y con la capacidad de los pueblos de decidir cosas y, quizá por lo sencillo de esa lucha, a Zapata lo han recuperado una y otra vez, haciendo que su figura aparezca en muchos movimientos donde la fuerza del pueblo necesita estar presente”, señaló el curador.
La persistencia de la imagen, legado y memoria de Emiliano Zapata (1879- 1919) están distribuidas por cuatro ejes temáticos: el primer núcleo es “Líder campesino”, lo muestra como un general del campo a través de fotografías, caricaturas y periódicos nacionales. “Orígenes iconográficos y visuales de cómo Zapata llegó a construirse en un charro revolucionario. Él era muy consciente de su imagen y en diferentes momentos fue comisionando estudios fotográficos, por ejemplo en los estudios de los Salmerón en Guerrero”.
“Este énfasis de Zapata en su imagen tiene que ver con tratar de generar una imagen positiva de su movimiento en la ciudad de México, tristemente esa imagen no es positiva, sino que lo representa como un bárbaro, hasta 1914”.
“La fabricación del héroe de la nación” parte de cómo a partir de la muerte de Zapata comienza a surgir una idea de culto popular del Caudillo del Sur. “Aquí podemos ver cómo el gobierno de este país, durante la posrevolución se fue apropiando de Zapata hasta hacerlo un héroe nacional que sirviera a sus intereses y que se convirtió en el rostro del campesinado, cosa útil para el control del Partido Revolucionario Institucional durante 70 años”.
“Esta fabricación del héroe nacional comienza en los años 20, en la presidencia de Álvaro Obregón y Plutarco Elías, a quienes no le gustaba Zapata, no obstante se apropian de su legado como instrumento en el proyecto de reconstrucción nacional que se estaba realizando después de la revolución mexicana. Había que generar imágenes de unidad que José Vasconcelos había intentado hacer desde la idea del mestizaje, pero que va a ser Diego Rivera quien mete a Zapata en los muros de la SEP”.
El eje temático “Imágenes migrantes y Otras revoluciones” hace alusión a que las imágenes zapatista han cruzado las fronteras muchas veces. “Tenemos el relato de un nuevo tipo de historia o nacionalismo” En la migración, en la familia migrante que va a trabajar, cultivando las uvas en el sur de california, está la imagen de Emiliano Zapata como el símbolo del campesinado explotado en los Estados Unidos, explicó.
“A Zapata lo empiezan a recuperar en un contexto donde los mexicoamericanos están reclamando acceso a educación, salud, a no ser discriminados, y su figura va a ocupar muchos espacios comunitarios, desde las parroquias, los murales en el este (de) Los Ángeles, etcétera.”
En “Otras revoluciones” se despliega la variedad de movimientos políticos, sociales y artísticos que se han apropiado de la imagen de Zapata en los últimos 50 años, como el movimiento del 68, el levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en 1994, así como la diversidad sexual y el feminismo, los cuales se alejan del símbolo de machismo, misoginia y sexismo del macho revolucionario que encarna el Caudillo del Sur.
La muestra se conforma con obras que provienen de 68 colecciones públicas y privadas, entre las que se cuentan las del Museo Nacional de Arte, el Museo Nacional de Historia, el Museo de Arte Moderno, el Museo de Arte Carrillo Gil, el Sistema Nacional de Fototecas, la Colección Andrés Blaisten, Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, Fundación Televisa y de Estados Unidos las del Smithsonian American Art Museum, la National Portrait Gallery y el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden.