Tras una odisea de más de una década y 6 mil millones de kilómetros de recorrido en el espacio, la sonda espacial europea Rosetta llegará el miércoles a su cita con un cometa para investigar el origen de estos enigmáticos cuerpos errantes del Sistema Solar. El encuentro marcará una etapa clave en el proyecto más ambicioso jamás emprendido por la Agencia Espacial Europea (ESA).
El encuentro pondrá fin a un periplo iniciado en marzo de 2004, que empezó con la sonda sobrevolando varias veces Marte y la Tierra para tomar impulso utilizando su fuerza gravitacional para ganar velocidad y siguió luego con un periodo de hibernación que le permitió ahorrar energía.
Tras una serie final de maniobras de frenado, Rosetta estará este miércoles a unos 100 km del cometa, una hazaña de navegación que, si todo sale bien, será el preludio a una exploración científica sin precedentes. «Se necesitaron más de diez años para llegar hasta allí», explica Sylvain Lodiot, jefe de operaciones espaciales. «Ahora debemos aprender a amarrarnos al cometa y permanecer con él durante los próximos meses», asegura.
Los astrofísicos estiman que son agregados de polvo y hielo primordial, escombros restantes del proceso de formación del Sistema Solar ocurrido hace 4 mil 600 millones de años. Estas «bolas de nieve sucia» podrían contener la llave para comprender cómo los planetas se formaron alrededor del Sol. Una de las teorías, conocida como la hipótesis de panspermia, es que los cometas, al interactuar con la Tierra, ayudaron a sembrar la vida en ella, al traerle agua y moléculas orgánicas.