En un documento de trabajo de nueve páginas, divulgado este lunes por el Vaticano y que lleva el título «Retatio Post Disceptationem», los obispos reconocen que los homosexuales «tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana», con lo que la Iglesia abandona abiertamente el tono de condena y prejuicio hacia la homosexualidad.
«La mayoría de los obispos quiere una Iglesia que mire al mundo con simpatía, que no lo juzgue», explicó monseñor Bruno Forte, secretario general del sínodo, entre los encargados de elaborar el complejo documento, una suerte de síntesis de las diferentes posiciones dentro de la Iglesia. El texto servirá de base para los debates por grupos que se celebrarán esta semana, tras lo cual la jerarquía de la Iglesia votará un documento final, que será luego sometido a discusión con sus «bases» antes del sínodo de octubre del 2015.
Si bien provisional, la apertura de la Iglesia hacia la homosexualidad generó todo tipo de reacciones y no deja de sorprender. «La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto, se presenta como un importante desafío educativo», sostiene el documento, que recuerda que para «la Iglesia las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer».
Una de los representantes del sector más conservador, el cardenal italiano Angelo Scola, reconoció en una entrevista que la Iglesia se ha demorado en tratar el fenómeno del homosexualidad y recordó que es necesario respetar, ante todo, su dignidad, una apertura inédita.