Los beneficios de correr son mayores si se hace de forma más moderada que intensa. Lo sugiere un estudio publicado en “Journal of American College of Cardiology” que ha analizado a 5, 048 participantes sanos que forman parte del Copenhagen City Heart Study.
Los investigadores indagaron sobre la actividad física de los voluntarios; así identificaron a 1.098 corredores sanos y 413 personas sanos, pero sedentarias a los que siguieron durante 12 años. Para determinar las características de su actividad los investigadores obtuvieron la siguiente información: número de horas que hacían carreras, frecuencia y ritmo de la carrera. Y curiosamente se encontró que los corredores más activos (los que corrían con más intensidad y más horas) eran más propensos a morir que los no corredores sedentarios, mientras que los corredores ‘ligeros’ tenían las tasas más bajas de muerte.
Por ejemplo, correr entre 1 y 2,4 horas a la semana se asociaba con la mortalidad más baja y, según los expertos, la frecuencia óptima sería no más de tres horas por semana. En el estudio, las tasas de mortalidad general significativamente más bajas se encontraron en aquellos que, además de correr menos horas, lo hacía a un ritmo o trote lento o moderado, mientras que los corredores ‘más rápidos’ tenían casi el mismo riesgo de mortalidad que los no corredores sedentarios.