Este grupo de músicos cubanos prepara un nuevo disco y una gira de despedida.
“¡Qué viva la música!”, exclama Eliades Ochoa mientras, a su lado, Omara Portuondo no puede más que asentir y darle la razón. Es lo último que se oye en la grabación, la despedida a media hora de charla distendida a través de la memoria de la música cubana, de ese son montuno al que el veterano guitarrista siempre se mantuvo fiel, “aunque hubiese otros ritmos de moda” y que forma una de las piezas indispensables de ese proyecto de rescate y restauración que es Buena Vista Social Club. “Nuestra música es cultura. Es amor y sentimiento”, añade Omara Portundo, una de las voces que llevó el bolero, el chachachá y, claro, el son, a todos los rincones del planeta. Ella es, junto a Ochoa, la encargada de velar por la memoria de aquel proyecto gestado por Ry Cooder y Nick Gold en 1996 y embarcado durante dos décadas en un asombroso viaje a través de la raíces de la música popular cubana. Un viaje que, tras acumular premios, dar varias veces la vuelta al planeta y llorar pérdidas como las de Compay Segundo, Ibrahim Ferrer o Cachaíto López, anda ahora ultimando en su despedida definitiva con una nueva gira mundial.
Un “Adiós Tour” que pasará en verano por nuestros escenarios y que llega con la sorpresa añadida de “Lost & Found”, un trabajo que recopila piezas inéditas grabadas durante las sesiones de Buena Vista Social Club y que desempolva tesoros como «Lágrimas negras», cantada por Portuondo, o un mano a mano de Eliades Ochoa y Compay Segundo en el son santiaguero de “Macusa”. Nuevas razones para apuntalar una historia de alegrías y lágrimas, de pérdidas y reencuentros, que atravesó fronteras gracias a la película dirigida por Wim Wenders y que, como señala Portuondo, “quedará para siempre”.