Desde la producción de teatro, la actuación y la docencia Oz se ha forjado una carrera que se enriquece con cada proyecto. “El eco de Antígona” , en lo que trabaja actualmente, es un reto. Actuará a seis personajes en una obra que dirá mucho a los espectadores sobre nuestro actual entorno.
Estudiaste comunicación y eres actor, ¿cómo mezclar ambas carreras?
Aprendes mucho de la comunicación, pero en realidad no te hace experto en nada. Pero siempre quise estar en la madera del teatro y sabía que la vida me iba a llevar ahí. Agradezco sí, la oportunidad de haber hecho una carrera más técnica para poder enriquecer un proyecto teatral, sobre todo la parte de la producción.
Lo que hago ahora es reforzar la actuación.
Tu experiencia en el teatro…
Me emociona todo en el teatro. Todo. Desde ver las piernas del teatro, las luces. Cuando era niño les decía a mis papás “¿qué no huelen diferente cuando salen los actores?”. Ellos me no lo entendían pero para mí era una experiencia única. Me encanta ser parte de la magia del teatro. Me llena mucho poder jugar, que es lo que significa actuar. Es algo vivo que se construye en cada función.
Haz trabajado en otros medios…
En la escuela hice radio. Y lo extraño mucho. Es otra experiencia viva. Yo tenía miedo de los silencios que llenaba con palabrería, pero a la gente le cae bien los silencios…para poder reflexionar. El radio también es un viaje.
Háblanos de la interacción con el público en el teatro…
Lo principal, me dice Natalia Traven, es que el actor que no sale con miedo a escena no hace nada. Es estar consciente de que durante el tiempo que dura la obra vives al borde del peligro. Esa emoción hace que se potencie tu representación. A mí, ese riesgo me encanta. El teatro es mi deporte extremo.
¿Qué tan difícil es crear un personaje?
Los actores debemos ser flexibles para que cada personaje que te llegue sea único y te adaptes a él. A esto, claro, ayuda un buen texto y la importancia de sus palabras. Para mí el texto es algo indispensable, es representar una creación de un autor. Por eso a mí me llegan mucho los textos, la emoción de autor me llega de golpe. Es algo genial.
¿Qué dirías a las nuevas generaciones de actores?
Hay un problema de inseguridad muy fuerte en los actores y tememos mucho de equivocarnos. Ese miedo nos congela y por eso hay muchos actores que no terminan haciendo lo que les gustaría. Yo creo que debemos quitarnos todo eso y arriesgarnos.
Y otra cosa: no tomarnos tan en serio. Eso nos ayuda a muchas cosas y a seguir jugando. La actuación es una aventura total y completa.
Cuéntanos de “El eco de Antígona”…
Es una adaptación de la tragedia de Sófocles, un texto que me parece efectivo para el público actual. Muy digerida, muy real. No es una producción desconectada de su público sino que apela a lo humano. Gabriel, nuestro director, siempre nos invita a vivir lo más real posible la emoción de los personajes, ahí radica la conexión con la gente.
Esto está hecho para que haya identificaciones precisas con el espectador. Los personajes tienen muchos matices, muchos momentos, aunque sean personajes escritor hace miles de años, la humanidad no ha cambiado demasiado. Es un texto muy vivo. Me encanta viajar en él, además, de que es una obra que invita a cuestionarnos.
¿Qué puede esperar el público de esta puesta en escena?
Una experiencia teatral sincera y con la que va a poder conectar ciertas cosas que suceden en la actualidad. No es una tragedia que solo nos cuenta una historia sino es un viaje de emociones y de cuestionamientos; de tristeza, alegría y esperanza…
Frase que lo define:
“Nada es más fuerte que sueño que nos une para siempre”, como dice en una obra Wajdi Mouawad . Soy un soñador y a la vez soy un guerrero.
“El eco de Antígona” se presenta en el Foro Sylvia Pasquel ubicado en Juan Escutia #96, en la Colonia Condesa. Viernes y sábados a las 20:30 hrs.