Complejo por su técnica y estilo al combinar lo histriónico con la danza, además de ser precursor del ballet moderno, es la coreografía de Giselle, escrita por Theóphile Gautier en dos actos, que será montada por la Compañía Nacional de Danza (CND) en el Palacio de Bellas Artes del 20 al 25 de junio.
Descrito así por Tihui Gutiérrez, maestra de la agrupación, el ballet “define por excelencia el repertorio romántico”, comentó en conferencia de prensa en el Teatro Julio Catillo, donde se dieron detalles de la coreografía.
Interpretado desde 1841, el ballet cuenta la historia de Giselle, una campesina engañada por un príncipe y muerta con su vestido de novia, por lo que se suma a la leyenda de las wilis, espíritus de jóvenes muertas en estas condiciones, quienes se dedican a capturar hombres para hacerlos danzar hasta la muerte, como una forma de venganza.
“En este sentido, se trata de un ballet que juega con lo terrenal y lo espiritual y así se divide en dos actos; el primero se desarrolla en el campo y el segundo en ultratumba, con la iniciación de Giselle en el grupo de las wilis”, detalló Gutiérrez.
La ex primera bailarina de la CND resaltó que este ballet tiene una complejidad física e histriónica, pues requiere de bailarines vigorosos; “es una pieza que demande de mucho cuerpo y estilo, como lo vemos con las bailarinas que andan en busca de hombres”.
Gutiérrez agregó que es un ballet con un cuerpo de bailarines numeroso, lo cual hace que sean más complicados los movimientos en escena para poder verse coordinados.
“Por ejemplo, cuando la wilis crean una diagonal que es muy particular, por los movimientos y la coordinación necesaria para lograr el efecto de uniformidad; esto hace que el baile se convierta en un reto mayor, y que el protagonista del ballet sea el cuerpo entero de bailarinas”, describió Gutiérrez.