Emprendedores mexicanos diseñaron la primera máquina nacional capaz de reciclar unicel (poliestireno expandido) y transformarlo en un material prima utilizado en la fabricación de productos de plástico duro transparente, como juegos geométricos, cuerpo de plumas, ganchos o cajas.
El fundador de la empresa Rennueva, Héctor Ortiz, comentó que cada hora la máquina de reciclaje Reps‐01 transforma 100 kilogramos de unicel en 97 de pequeñas perlas de plástico, mejor conocidas como pellets, las cuales son utilizadas para crear otros artículos de plástico rígido.
El origen de este desarrollo surgió como una respuesta ecológica al problema de basura del país, porque actualmente en México se producen 60 mil toneladas de unicel al año, por ello reciclar este material representa una fuente de insumos bastante accesible, señaló el también diseñador de esta máquina de reciclaje.
A nivel de producción existe una pérdida mínima de 3 % , sin embargo, al momento de reciclar la diferencia es notable. Por ejemplo, los mismos 100 kilogramos de unicel ocupan el espacio equivalente al de un departamento pequeño y tras ser procesados el volumen se reduce drásticamente.
“El unicel tiene un potencial de reciclaje muy alto, pero el problema es la falta de prácticas formales para su acopio, así como de la falta de una tecnología mexicana para este propósito. Por ello con apoyo de Dart de México (empresa dedicada al empacado de alimentos), decidimos desarrollar este proyecto y convertirlo en una herramienta útil para empresas y gobiernos que hacen uso intensivo de este material”, declaró el empresario.
Para transformar el unicel cualquiera que sea su presentación, ya sea material de embalaje, placa de construcción o vaso de café, primero se tritura y comprime por medio de un tornillo, después se calienta hasta plastificarlo. Cuando se formar una placa de poliestireno rígido, se deja enfriar y corta para obtener los pellets, detalló el fundador de Rennueva.
Por ahora, en la primera etapa de vida de la empresa, se lograron fabricar tres máquinas, una adquirida por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación del Distrito Federal (Seciti), mientras que las otras dos pertenecen a un particular, localizados en rellenos sanitarios en Yucatán y Quintana Roo.
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