Después de permanecer cerrada por dos años, la Galería de Palacio Nacional reanuda sus actividades culturales con la inauguración de la exposición “Máscaras mexicanas, simbolismos velados”, la cual reúne 450 máscaras que usaron olmecas, teotihuacanos, pueblos indígenas del país, así como africanos y chinos en rituales ceremoniales, funerarios y agrícolas.
La muestra, que permanecerá abierta al público hasta el 31 de diciembre, hace un recorrido por el uso que este bien patrimonial ha tenido desde hace 3 mil años y que aún sobrevive en comunidades originarias del país. Algunas de las piezas relevantes que se aprecian son: la máscara teotihuacana de Malinaltepec, las seis máscaras con espiga que cuidaban la cueva tzotzil Monte Virgen e indumentaria de la ofrenda 102 del Templo Mayor.
De acuerdo con la curadora Sofía Martínez del Campo, la intención de la exposición es mostrar la máscara como un elemento de transformación que surge a partir de la idea de las personas para controlar la naturaleza y poder comunicarse con ésta.
“Desde el comienzo de las sociedades, el hombre ha creado la máscara para comunicarse con su medio ambiente. Las máscaras son instrumentos de transformación que no sólo cambian el aspecto físico de los humanos, sino el psicológico”, precisó.
Ejemplo de ello, dijo, son las máscaras de rasgos zoomorfos que el humano usaba para adueñarse de las cualidades del animal y al mismo tiempo, poder comunicarse con él y explicarle por qué debía cazarlo para alimentarse, es decir, una relación de respeto.
“Las máscaras de venado son una representación de la fertilidad femenina, también los venados son un animal de sacrificio para honrar a las deidades. Por ejemplo, la más conocida es la danza del venado (Sonora), donde el venado como máscara es un elemento vinculado con la fertilidad, el día y representación de poder”, indicó Martínez del Campo.
En México, comentó, casi todos los estados cuentan con danzas ligadas al uso de máscaras, por lo cual este objeto es un bien nacional. Las entidades con mayor producción son: Sinaloa, Sonora, San Luis Potosí, Zacatecas, toda la región del Bajío, huasteca y costa de occidente.
“Esta exposición nos recuerda lo que viven las comunidades del país, que son las guardianas de las tradiciones, a las cuales los citadinos no tenemos acceso. La exposición tiene como propósito mostrar esta riqueza cultural, esta memoria social que se guarda en los objetos”.
Sobre las piezas, señaló que todas forman parte de acervos museísticos, como el Museo Nacional de Antropología e Historia, Museo Nacional de las Culturas y museos regionales, así como de colecciones del Archivo General de la Nación, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Instituto Nacional de Bellas Artes, por mencionar algunos.