«No Somos Compañía» estrenó Lobata en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque. Esta obra infantil escenifica la migración, la equidad de género y la unión familiar. Se presentará del 29 de junio al 11 de agosto en el marco del ciclo Por una infancia libre de estereotipos.
“Lobata, que en realidad se llama Guadalupe, es una mujer que vive al norte de México, en un pequeño pueblo junto a la frontera, donde llegan los militares y comienzan a hacer levantamiento de niñas y mujeres. Para protegerla, la madre la viste de niño, le corta el pelo, la rapa, y le dice ‘no digas que eres mujer, corre y cruza la frontera’. En el momento en que llega a los límites entre nuestro país y Estados Unidos, se da cuenta de que hay un muro en construcción”.
Esta obra surge en la incertidumbre por las declaraciones de Donald Trump sobre la construcción de un muro fronterizo entre México y los Estados Unidos, hecho que da pie para hablar sobre la migración. “Los temas fueron surgiendo en el laboratorio, quisimos hablar de la familia, de la pérdida de las casas, pero también construir un discurso de género. Por ello, decidimos basar la historia en un personaje medular para la obra, el Ser de dos espíritus”, explicó Cecilia Ramírez Romo, autora y directora de la obra.
El Ser de dos espíritus está basado en la cultura indoamericana de los Navajos, ubicados en la frontera norte del país, cuyas 53 comunidades tuvieron que distribuirse entre México y Estados Unidos tras las políticas migratorias. “En la cultura de los navajos se dice que son los seres más sabios que existen porque tienen dentro un espíritu femenino y uno masculino. Por lo tanto, tienen una capacidad más grande que los que sólo tenemos un alma”.
Este personaje interrumpirá una discusión entre Lobata, el Coyote y Joe, quienes se encuentran en la frontera y, a través del rap, debaten sobre la superioridad de algún género, cuestionándose, a partir de la presencia del Ser de dos espíritus, el significado de ser mujer, hombre, etcétera.
Se abordan diferentes temas a distintos niveles, tanto para niños como para adultos, y parte del mensaje más fuerte de la puesta en escena está contenida en la música, en el rap. “Ahí es donde el discurso general de la obra está siendo atacado, más que si eres de los navajos o no. En todos los raps a lo largo de la obra se va viendo no sólo el desarrollo de los personajes, sino también un discurso bastante claro sobre el género, el trabajo en equipo, la migración. Todo es más digerible a través del rap y los bailes”, agregó la actriz Daniela Luque.
El rap y el libreto lo construyó por el equipo en laboratorio escénico, es decir, los textos surgieron a través de investigación e improvisaciones de los integrantes del teatro experimental para niñas revolucionarias. “Una de las cosas que nos plateamos en el equipo para trabajar fue: no por ser niños son tontos. Creo que comprenden muchísimas más cosas de las que pensamos. Los estoy tratando como personas pequeñas, no como gente que no entiende”.