Un equipo multidisciplinario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en las áreas de filología, física, estética, entomología forense e ingeniería, contribuyeron a autentificar el cuarto códice maya prehispánico legible más antiguo del continente americano.
Se trata del Códice Maya de México, antes Grolier, que data del siglo XII y al que se le practicaron exámenes de datación, materiales orgánicos e inorgánicos, técnicas de factura, entomología, iconografía, microscopía, fotografía en el espectro visible e invisible, caracterización químico-mineralógica, morfometría, cronología, astronomía, estilo y simbolismo, entre otros.
El códice procede de saqueo y se tuvo noticia de él a partir de la década de los años 60, pero es en 1971 cuando se da a conocer públicamente en la exhibición Ancient Maya Calligraphy, en el Club Grolier de Nueva York.
Desde esa fecha inició la polémica y se generaron opiniones científicas opuestas: uno que defendía su autenticidad, y otro que consideraba que el papel era antiguo, pero pintado en el siglo XX.
Del Códice Maya de México se conservan 10 páginas que miden en promedio 18.4 centímetros de alto, y se teoriza que debieron pertenecer a un conjunto de por lo menos 20, las cuales tienen como soporte tres capas de corteza de amate.
Su temática se relaciona con la muerte, la enfermedad, la desgracia y temores que tenía la gente de su tiempo. Se trata de registros del planeta Venus en sus cuatro fases canónicas aparentes.
El libro más antiguo del continente es atípico en muchos sentidos, porque procede de una época anterior a la del resto de los códices que podemos ver por dentro, y porque parece que no viene de la península de Yucatán o el Petén, sino de algún lugar cercano o intermedio entre Chiapas y Tabasco.