La casa del artesano oaxaqueño Manuel Jiménez ,creador de alebrijes en madera, será adaptada para convertir uno de los espacios en gran museo que exhibirá varias de sus creaciones.
Es un proyecto a concretarse en 2016, informó su hijo menor Isaías Jiménez, quien además planea escribir un libro para narrar la vida y obra del tallador, escultor y pintor mexicano reconocido a nivel mundial por el tallado en madera de personajes fantásticos.
«Dos habitaciones de la que fue casa de mi padre muestran varias figuras que él hizo, así como también los periódicos, libros y revistas que hablan de su obra. Están sus herramientas de trabajo, diplomas, reconocimientos e imágenes de él, pero hay más objetos que tengo guardados», comentó a Notimex en entrevista.
Hace 10 años que Manuel Jiménez falleció y como última voluntad pidió a su hijo que trascendiera su legado. «Sin embargo, su muerte nos lastimó mucho, tardamos en recuperarnos y el proyecto quedó truncado. Ahora es tiempo de levantarlo y cumplir el deseo de mi papá».
Detrás de la fachada principal de la casa existe un terreno en el que Manuel Jiménez tallaba sus piezas. Será ahí donde se levantará la construcción de dos pisos que expondrá para al público 60 de sus creaciones más sobresalientes y la más antigua, una jirafa que data de 1960.
También se colocarán peces, armadillos, perros, tlacuaches, pegasos, jaguares, cangrejos, gatos, armadillos, chapulines, dragones y todo tipo de mezcla de especies fantásticas con alas, cuernos, grandes colas y dientes afilados.
Los cuchillos, navajas, hachas, botes de las primeras pinturas que el artesano utilizó; así como brochas, pinceles e indumentaria, serán mostradas a quienes desde hace tiempo solicitan conocer más acerca del maestro nacido en 1919 en este pueblo, cuyo 90 por ciento de su población se dedica al arte de los alebrijes.
A su vez, se trata de una de las actividades económicas más importantes del estado siendo atractiva para el turismo nacional, sobre todo para el internacional, pues llegan personas procedentes de Japón, China, Argentina, Chile y Estados Unidos para conocer su historia.
«A los ocho años, mi padre cuidaba chivos, burros y toros en el campo de una hacienda y se encargaba de buscarles su alimento. Como no tenía juguetes, para entretenerse comenzó a formar en arcilla las figuras de estos animales. Pero al ver que al día siguiente se habían desecho a causa de la lluvia, optó por otra técnica», relató Isaías Jiménez.
Comenzó entonces a trabajarlas en madera, en copalillo, zompantle, palo de águila y cedar. Escogía piezas de madera, usualmente grandes, con la idea en mente de lo que iba a tallar para aprovechar mejor el tamaño.
«Poco a poco, la gente fue admirando su trabajo, hasta que un gringo se detuvo en la carretera para que le mostrara sus piezas. Se las compró todas y hasta le encargó más. Mi padre nunca se imaginó que esas piezas en madera iban a trascender tanto.
«Ese gringo le pidió que se las pintara de colores para darles más vida. Después de probar con varios pigmentos, finalmente optó por la vinílica y así extendió su obra», platicó en entrevista.
Ahora, los alebrijes no sólo se trabajan en San Antonio Arrazola, también en San Martín Tilcajete, en La Unión de San Felipe Tejalápam y San Pedro Taviche, entre otros pueblos y comunidades oaxaqueñas.