Los institutos de Ingeniería (II) y de Investigaciones en Materiales (IIM) de la UNAM desarrollan microrobots que emulan el nado de microorganismos, que el futuro ayudarían a destapar arterias o depositar medicamentos de manera localizada y, los de mayor tamaño, en aplicaciones en la industria, como la revisión de tuberías.
El equipo, donde participa Roberto Zenit, del IIM, construyó tres diferentes tipos de microrobots para extrapolar los resultados y explicar qué pasa. Tomaron como modelo a los espermatozoides y a la bacteria Escherichia coli, que tiene una cabeza elipsoidal y varios flagelos que se enrollan y forman una especie de hélice rígida, con la que se impulsan en su medio, normalmente agua sucia.
Y el tercer modelo, con un filamento altamente flexible, se pretende modificar la cinemática del robot para estudiar cómo se desplaza en diferentes fluidos.
Se realizó un estudio comparativo entre el comportamiento de estos nadadores y “encontramos que no existe una respuesta general para explicar el nado de este tipo de dispositivos”.
En realidad, se debe tomar en cuenta cómo se excitan para que se muevan en un medio, es decir, cómo se controlan inalámbricamente; también, la geometría del nadador y, por último, el medio o el tipo de fluido donde se desplazan.
Los microrobots, que han sido presentados en congresos de la American Physical Society, no son sólo de tamaño milimétrico (con alrededor de 30 milímetros: 10 o 12 mm de cabeza y 20 mm de cola), sino de bajo costo, porque están hechos de materiales sencillos, como resortes de pluma, cilindros de poliestireno (popotes) y un imán permanente que puede estar ubicado en la “cabeza” o en medio del “cuerpo”. Las “colas” son de fibra óptica para emular el nado del espermatozoide y filamentos de látex, para el caso de E. coli.