La revista científica «Science» ha publicado el que es, hasta la fecha, el árbol genealógico más grande de la humanidad. Está formado por 13 millones de personas, más de las que habitan países como Cuba o Bélgica, de once generaciones. Posible gracias a millones de perfiles genealógicos interconectados online, el nuevo conjunto de datos refleja cómo se produjeron las migraciones y los matrimonios en Europa y América del Norte durante los últimos 500 años, y hasta qué punto los genes influyen en la longevidad.
Los investigadores descargaron 86 millones de perfiles públicos de Geni.com, una plataforma web en la que el usuario que tenga interés por descubrir sus orígenes puede subir sus datos personales para hacer su propio árbol genealógico y, a partir de la información compartida, conectar con parientes desconocidos y hacer crecer las ramas del árbol familiar. El equipo empleó la teoría matemática de grafos para organizar los datos y lo que surgió fue un solo árbol de 13 millones de personas y once generaciones. Teóricamente, habría que retrocer otras 65 generaciones para converger en un único ancestro común y completar el árbol desde que los primeros humanos pisaron la Tierra.
«A través del arduo trabajo de muchas personas con curiosidad por su historia familiar, hemos realizado un enorme árbol genealógico, algo único», explica el autor principal del estudio, Yaniv Erlich, científico informático de la Universidad de Columbia y director científico de MyHeritage, una compañía de pruebas de ADN y genealogía propietaria de Geni.com. En efecto, el conjunto de datos representa un hito al pasar las búsquedas de historias familiares de obituarios de periódicos y archivos eclesiásticos a la era digital. «Es un momento emocionante para la ciencia ciudadana», dice Melinda Mills, demógrafa de la Universidad de Oxford que no participó en el estudio. «Demuestra cómo millones de personas entusiastas de la genealogía pueden marcar la diferencia en la ciencia», añade.
El archivo detalla cuándo y dónde nació y murió cada persona, y refleja la demografía de los individuos, la gran mayoría provenientes de Europa y América del Norte. Pero además, evidencia muchos cambios sociales a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la industrialización, que alteró profundamente el trabajo y la vida familiar, y que coincide con el cambio de las elecciones matrimoniales en los datos analizados. Además, antes de 1850, casarse con un familiar era común, probablemente un primo cuarto, en comparación con los primos séptimos de la actualidad. Curiosamente, entre 1800 y 1850, la gente viajaba más que nunca para encontrar pareja, casi 19 kilómetros en promedio, pero tenían más probabilidades de casarse con un cuarto primo o aún más cercano. Según los autores, esto significa que cambiar las normas sociales, más que el aumento de la movilidad, pudo haber llevado a las personas a rechazar la consanguinidad.