El cultivo de café es mucho más que una actividad económica en México. Los 600 mil productores que laboran para obtener esta semilla en Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla y Morelos aportan servicios ambientales a sus estados porque los cafetales son selvas cultivadas. Además, los mismos productores son custodios de formas de organización social y expresiones culturales que han sobrevivido a 40 años de fuertes impactos como la caída de precios de su producto y la llegada de plagas letales para las plantas. La última de esas catástrofes fue el rebrote de la epidemia de la roya, que inició en 2012.
A pesar de esos tropiezos, investigadores de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) estiman que el daño provocado por el rebrote de la roya puede ser revertido y en tres años el país recuperaría sus niveles de producción de casi 6 millones de quintales al año. Un quintal es un saco de 100 libras o 46 kilogramos del grano.
Ecosur trabaja en un proyecto de innovación tecnológica y de organización en el que participan productores, autoridades y científicos de su institución y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), así como de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh).