Prácticamente se puede sentir el corazón palpitante de la selva en la impresionante adaptación de Jon Favreau de “El libro de la selva”, que se estrena este fin de semana y que fácilmente será la película más impresionante que llegue a los cines este año.
Al igual que sucedió con Avatar, esta versión con actores reales y animación por computadora del clásico de Rudyard Kipling sobre un niño criado por lobos es una oportunidad para impulsar los avances técnicos en el cine de gran presupuesto.
Desde la emoción de una cascada lejana hasta el terror de un deslave o una estampida de búfalos, Favreau y sus maestros de efectos visuales han creado seres vivientes artificiales que se ven y se sienten reales.
Hasta la capacidad de los animales para comunicarse en inglés parece tan natural como su respiración y sus emociones. Tampoco han sido suavizados para que parezcan lindos o menos amenazantes; ni siquiera la tierna mamá lobo, Raksha (Lupita Nyong’o en la versión en inglés).
Se siguen viendo como animales salvajes y, la mayor parte del tiempo, actúan como tales. Al comienzo esto hace que su interacción con el chico humano, Mowgli (Neel Sethi), sea aún más fascinante. Eventualmente los nervios pasan y uno puede entrar a este mundo mágico.
La cinta sigue la misma historia de la versión animada de Disney de 1967, pero Favreau y su equipo se aseguraron de incrementar la intensidad con el hiperrealismo que requieren los animales, la tensión creada por el hecho de que todos tienen garras y colmillos, así como un instinto de lucha que está siempre presente.
Uno se siente al borde del abismo cada vez que entra en escena el tigre Shere Khan (Idris Elba, con una interpretación vocal que es aterradora y creíble). El tigre cree que los humanos no deberían vivir entre ellos y está preparado para usar cualquier forma de intimidación para que Mowgli se vaya de su mundo. Esto hace que el chico emprenda un viaje hacia un pueblo con la estoica pantera Bagheera (Ben Kingsley). Cualquiera que haya visto El libro de la selva recordará a los personajes que el niño encuentra en su camino: la serpiente Kaa (Scarlett Johansson), el oso Baloo (Bill Murray) y el orangután King Louie (Christopher Walken).
Aunque tener tantas voces de famosos puede distraer un poco, todos hicieron un trabajo maravilloso. En especial Murray, quien en el segundo acto le da a la historia una necesaria dosis de comedia ligera con su afable y conspirador Baloo.
Sethi es enérgico y entusiasta como Mowgli, un niño aventurero que se muestra igual de impávido ante algunos piquetes de abeja que ante una enorme serpiente. Pero a pesar de toda la atención al detalle, los diálogos de Sethi tienen una modernidad poco natural que puede resultar por momentos complicada. En la mayor parte se mezcla bien como el único humano entre los animales salvajes generados por computadora.
Entre otras cosas que parecen fuera de lugar, hay dos canciones de la película de 1967 que fueron integradas en la historia: The Bear Necessities (Busca lo más vital) y I Wanna Be Like You (Quiero ser como tú). Trust In Me (Confía en mí) se escucha en los créditos.
Una funciona, pero la otra no. Murray logra que The Bear Necessities encaje perfectamente con su personalidad relajada mientras tararea y canta la canción con Mowgli cuando flotan por un río calmado. Pero I Wanna Be Like You suena rara y un poco torpe, una tonadilla que sale de la nada y le resta aire al clímax crucial. No tiene sentido, en este contexto, que el simio mafioso interpretado por Walken comience a cantar. Y si lo hiciera, definitivamente no sería esta canción.
De hecho, gran parte del tercer acto se siente como puesto por compromiso que como una forma de avanzar la trama y el arco dramático no tiene el mismo nivel que el original o los aspectos visuales. A pesar de esto, es una de las mejores adaptaciones con actores reales de Disney y está ejecutada con tal sinceridad y poder técnico, además de una genialidad inspiradora, que resulta mucho más prometedora que cualquier otra cosa; una verdadera aventura apta para toda la familia que es inteligente y a menudo emocionante.
El libro de la selva de Walt Disney Pictures tiene una clasificación PG en Estados Unidos, la cual requiere cierta orientación de los padres o representantes por «algunas escenas de acción atemorizantes y peligro». The Associated Press le da tres de cuatro estrellas.