Según el Concurso Mundial de Bruselas, este vino blanco proviene de un antiguo viñedo de Stellenbosch, a 50 kilómetros de Ciudad del Cabo, una propiedad histórica que sin embargo no forma parte de las grandes bodegas.
El Concurso Mundial de Bruselas, considerado por muchos como el «campeonato del mundo del vino», coronó en mayo un Chenin Blanc 2013 de la Reserva familiar de Kleine Zalze (Stellenbosch).
Este vino fue elegido en Italia por 299 expertos de 49 países, que cataron durante tres días más de 8 mil vinos de 45 países.
En Stellenbosch, para el vinicultor Reginald (RJ) Botha, la palabra mágica es «elegancia». El vino que le valió el premio no proviene de parras majestuosas, sino de vides podadas en vaso cuyas ramas le dan aspecto de pequeño arbusto.
El Chenin Blanc ofrece «aromas concentrados de lima, de melón y de manzana en la nariz y niveles de cítricos y de hierbas en el paladar» y «una sensación cremosa en la boca con un acabado elegante, largo, fresco y terroso».
El «mejor vino blanco del mundo» viene de tres parcelas diferentes de viejas viñas de más de 40 años que no se riegan. Es un vino natural, almacenado en barricas para una fermentación con la menor intervención posible. «Dejamos hablar al vino», dice RJ Botha. La recompensa de Kleine Zalze sorprendió en Sudáfrica. El dominio, que data de 1695 y comprende actualmente viviendas, un campo de golf y un restaurante, no forma parte de las grandes bodegas.
Los mejores vinos se venden por un precio que oscila entre 40 y 250 rands (3-19 euros; 3.2-20 dólares) la botella. El vino de la Reserva familiar, bien puntuado por la guía Platter’s, la «biblia» sudafriacana del vino, se vendía a 148 rands (11.20 euros; 12 dólares) cuando fue galardonado. Sudáfrica es el octavo productor mundial de vino.