Ni siquiera la lluvia detuvo a los fanáticos del músico Gustavo Cerati, formando filas durante toda la noche en la Legislatura de Buenos Aires para darle el adiós a su ídolo, en un velorio que ya cumplió más de 12 horas.
La ceremonia luctuosa comenzó la víspera, poco antes de las 22:00 horas, cuando las puertas del recinto legislativo de la capital se abrieron para permitir el paso a los admiradores de Cerati, que ya habían organizado una fila de 20 calles.
Un grupo de guardias ordenó el ingreso, cada tanto, de pequeños grupos de familias, parejas, amigos o mujeres y hombres solos de todas las edades que se acercaron a rendir su pequeño homenaje al artista.
Los rostros serios que había antes de entrar a la Legislatura salían cubiertos de lágrimas después de haber pasado por el féretro que permaneció cerrado y, de a poco, fue cubierto de flores, banderas y rosarios.
Algunos, más que por Cerati, se contagiaron del dolor de su madre Lilian Clark, quien estaba en un salón contiguo y miraba desde una puerta de vidrio la emotiva despedida de los miles de fans que la apoyaron durante el tiempo que su hijo estuvo en coma.